Pecado, delito, o cosa de ‘maricas’, apúntate a la estimulación anal

Pecado, delito, o cosa de ‘maricas’, apúntate a la estimulación anal

Corría el año 2006 (entiéndase bien la fecha, 2006 no 1906), el entonces seleccionador nacional, Luis Aragonés, fue recibido en Alemania con un ramo de flores. “Me van a dar a mí un ramo de flores, que no me cabe por el culo ni el bigote de una gamba”, fue su respuesta (preguntaos de nuevo por la misteriosa ausencia de homosexuales en el fútbol profesional). Delito, pecado, o cosa de ‘maricas’, así se ha percibido mayoritariamente el sexo anal a lo largo de la historia. Pero sentemos primero las bases del artículo aclarando que todo lo que podamos contar nosotros va a estar sin lugar a duda mejor expuesto en ‘Por el culo: políticas anales’ de Javier Sáez del Álamo y Sejo Carrascosa, un fantástico ensayo de lectura obligada tanto para los amantes de las prácticas anales como para aquellos que las rechazan (seguramente traumatizados por la moda setentera de los supositorios como remedio para todo).

Pero retrocedamos un poco, al supuesto paraíso del sexo anal que fue la antigua Grecia, porque ya entonces no era lo mismo ser el penetrador que el penetrado. Penetrar es poder, los hombres penetran, los ricos penetran, las mujeres, los jovenzuelos y los esclavos son penetrados. El penetrado es pasivo, humillado, femenino. Gemir de placer siendo penetrado suponía la degradación de clase, ya no eras un varón adulto y libre con derechos plenos como ciudadano, podías ser expulsado del ejército y desde luego ya no te merecías el respeto de tus semejantes, pasabas a ser menos, una mujer, un hombre ‘afeminado’, chusma, vamos. En la Edad Media las relaciones contranatura era cosa de otros, de musulmanes e infieles, un pecado de lo peorcito por el que muchos fueron torturados y quemados en la hoguera.

En el siglo XIX (tardaron un poco) llegan los gais y sus cosas. El término homosexual aparece en 1868 asociado, claro, a una patología. Cárceles y psiquiátricos se llenan entonces de hombres que deben ser castigados o curados. Y en el XX, por si el ambiente no estaba suficientemente tenso, el VIH contribuye aún más a la estigmatización de una práctica tachada de sucia e infecciosa, el castigo divino había llegado para limpiar el mundo de sodomitas y sodomizados. Por supuesto hay países que se han librado de la picadura de la cobra gay. “Nosotros no tenemos homosexuales como en Estados Unidos, no tenemos ese fenómeno”, declaro el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, en una conferencia en la Universidad de Columbia en 2007, y sí, se quedó tan pancho.

La ciencia patria también tiene su propia opinión y así la expresó una buena mujer en la manifestación celebrada en Madrid contra la ley del matrimonio homosexual, atentos porque es toda una clase de lo que sea: “estudié neurociencia cuando hacía psicología y allí nos hablaban de que cuando los animales tienen lesionada una glándula que se llama las amígdalas empiezan a presentar comportamientos tales como los que hacen los homosexuales, copular por el ano. Y el ano al recibir esos espermas no puede nunca engendrar porque se encuentra con caca, entonces yo no creo que eso sea interesante para la sociedad en ningún aspecto” (y de verdad que sale todo de deporte). Maravilloso.

En la actualidad, el sexo anal está penado con la muerte en ocho países: Afganistán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Irán (aunque la ley no viene a cuento porque allí no hay), Mauritania, Nigeria, Sudán y Yemen. En 85 países castigan la sodomía con cárcel o internamiento psiquiátrico. Es curioso el incesante empeño por controlar el ano ajeno.

Sumamente placentero, memoriza esta frase: el ano no tiene género. Las mujeres, los hombres, cualquiera independientemente de su orientación sexual puede tocar el cielo con los dedos mediante una buena estimulación anal. “¿Y si lo pruebo y me gusta?, ¿soy gay?” hemos leído esta pregunta en internet y queremos ayudar a esos pobres afligidos. Tranquilos, solo si lo hacéis tres veces seguidas, es como llamar a Bítelchus.

PD: Atentos al blog porque pronto os contaremos cómo llegar al cielo, de los plugs al fisting.

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