¿’Superheteros’ o tránsfobos?

¿’Superheteros’ o tránsfobos?

Entras a un bar (o a Tinder, si nos ponemos modernos y pandémicos), ves a alguien que te gusta, qué sé yo, su sonrisa, sus gestos mientras habla entre amigos, su manera de vestir, la imagen que proyecta y que consigue que inmediatamente imagines que es de una determinada manera. No conoces a esa persona, no la habías visto antes, por eso lo primero que te atrae es algo externo. Antes de darle a me gusta en el caso de una aplicación o de acercarte y presentarte, ¿te preguntas si debajo de su ropa hay un pene o una vulva?, ¿se lo preguntas? La respuesta suele ser no, nadie se para a pensar en qué genitales tiene una persona porque hemos aprendido que la apariencia, la cara, el pelo, la ropa, determinan que al bajar los pantalones encuentres una cosa o la otra. Has dado el paso, estáis juntos, literalmente, dos cuerpos que se tocan y se acarician, que se besan y desnudan. Te gusta, te está gustando. Y de repente, vaya por dios, esto sí es una sorpresa, no son los genitales que te esperabas. Pero ¿cómo de grave es la revelación? ¿Como cuando pensabas que te saldría a devolver en la declaración de la renta y te tocó pagar o como cuando con un hambre de muerte solo piensas en llegar a casa y comerte el trozo de tortilla que sobró de la comida y resulta que ya no queda?

Los placeres rigen nuestra conducta, pero según la neurociencia hay cosas que nos gustan porque estamos programados para ello y gustos que están definidos por la experiencia, el aprendizaje y la cultura. Por eso, si has crecido pensando que el sexo es libre y sano y que la genitalidad no tiene por qué condicionarlo todo, seguramente tu reacción sea distinta a la de una persona que siente que esos genitales que no esperaba ofenden su esencia y son peor que un pelo en la sopa. Todos tenemos prejuicios. Otra cosa es reivindicarlos y convertirlos en distintivo, llevarlos por bandera. Y eso exactamente ha hecho un grupete de chavales (decimos chavales porque básicamente el grupo está compuesto por hombres) autodenominados ‘superhetero’. Si te imaginas a tres o cuatro tíos jugando a la Play en calzoncillos, eructando, y alimentándose gracias a Glovo, sí, también son prejuicios. Porque no son tres ni cuatro, Reddit prohibió hace un tiempo el foro SuperStraigh por considerarlo un movimiento transfóbico y según la plataforma tenía nada menos que 30.000 suscriptores.

Pero vayamos por partes. Porque aunque los recelos hacia lo diferente no son nada nuevo sí lo es este término que se hizo famoso, como no podía ser de otro modo, en Estados Unidos de la mano de un tipo que subió un vídeo a TikTok explicando que era esta su orientación sexual. Vendría a ser un hombre tan profundamente heterosexual que solo se siente atraído por mujeres que por supuesto tengan vulva y que la hayan tenido desde siempre, nada de andar poniéndose y quitándose atributos. El chico se justifica añadiendo que siempre lo habían llamado tránsfobo porque no consideraba que las mujeres trans fueran mujeres reales, pero que en realidad era ‘superhetero’, que esa era su orientación sexual y que dicha orientación debería tener cabida en el movimiento LGTBI, ahí es nada. Los SS tienen también su propia bandera, con una franja naranja y otra negra, y a ellos se han unido también los ‘supergais’ y las ‘superlesbianas’.

Alabamos la creatividad. Y nadie te puede obligar a sentirte atraído o a tener sexo, solo faltaba, pero no hay necesidad de inventarse nuevas palabras cuando apenas conoces el significado de un diez por ciento de las que existen (y si no nos crees echa un ojo a Pasapalabra y dinos cuántas te sabes). Si un amigo te dice que no es racista pero que no le gustan los negros ni los gitanos, es racista, y si te comenta que no le gusta la gente pobre o sin estudios superiores, es clasista. Repetimos, todos tenemos prejuicios, pero ata cabos.

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