¡Ay, el pene! Más que una parte del cuerpo masculino ha sido religión, motivo de innumerables creaciones artísticas, orgullo o vergüenza de quién lo tiene y de quién lo mira. Para Silvia Plath era algo tan horrendo que le recordó “al cuello arrugado y la molleja de un pavo viejo”, más benévolo es Richard Brautigan en El poema hermoso: “Me voy a dormir en Los Ángeles pensando en ti. Meando hace un momento miré hacia abajo, a mi pene cariñosamente. Saber que ha estado dentro de ti, hoy, un par de veces, me hace sentir hermoso”. La belleza siempre está en los ojos del que observa. Falo, verga, pito, pilila, pirulo, polla, badajo, la lista de palabras o expresiones para denominar al pene es infinita, incluso hemos encontrado alguna definición que desconocíamos como ‘dedo sin uña’ o ‘brazo de bebé’ (un poco siniestro, por cierto). Y si tiene nombres mil, como bien cantó Leonardo Dantés, su morfología tampoco se queda corta.
Pero antes de hacer un inventario de penes dejemos claras sus partes. Todos estudiamos en el colegio los aparatos reproductores de ambos sexos, así que recordad. El glande es la cabeza o extremo del pene, por él se expulsa el semen y la orina, y es una de las zonas más sensibles del cuerpo masculino (sería lo más parecido al clítoris). El glande está recubierto por una fina capa de piel llamaba prepucio que se retrae cuando el pene se erecta dejándolo expuesto. Entre el prepucio y el glande encontramos el frenillo, en forma de pequeña uve. Bajamos hacia el tronco o cuerpo del pene y llegamos a los testículos, glándulas donde se produce el esperma protegidas por una bolsa de piel a la que llamamos escroto. ¿Habéis tomado nota? Perfecto.
Adentrémonos ahora en sus diferentes formas. Una simple búsqueda por internet ofrece resultados curiosos, pene champiñón (cuando el glande es más grueso que el tronco), pene lápiz (fino y con la punta estrecha), pene plátano (curvado hacia arriba), pene perezoso (curvado hacia abajo), o pene piramidal (cuando la base es más ancha que el resto). También hay otra gran división, pene de carne y pene de sangre. El de carne sería el que mantiene el mismo tamaño y aspecto en reposo y en erección, mientras el de sangre pasaría de ser un pene pequeño y flácido en reposo a incrementar su tamaño hasta casi el doble en erección. La gran diferencia entre ambos tipos únicamente se aprecia cuando el pene se encuentra en estado de reposo. Los amantes del arte pueden quedarse con la clasificación de la sexóloga Betty Dodson: penes clásicos (simétricos), barrocos (con pliegues y venas abundantes) y modernos al estilo danés (con líneas rectas y limpias).
Y llega ahora lo más importante, si hablamos de satisfacción no tiene por qué haber ninguna diferencia en función del aspecto que tenga tu pene, la apariencia, como en todo, tiene la importancia que uno quiera otorgarle. La morfología no determina nada, son tus habilidades lo que marcarán la diferencia. Ahora míralo y repite con nosotros, espejito mágico, ¿cuál es el pene más bonito del reino?