Zonas erógenas femeninas: ¿cómo estimular cada una de ellas?

Zonas erógenas femeninas: ¿cómo estimular cada una de ellas?
EroticFeel 11/1/2023

¿Qué quieren las mujeres? Hordas de hombres desde la antigüedad han puesto en marcha complejas investigaciones para dar respuesta al peliagudo asunto. ¿Dinero?, ¿hijos?, ¿un Goya?, ¿escalar el Kilimanjaro? ¡Paren las rotativas! Como cuenta Carlo Frabetti en un estupendo artículo para Jot Down, la pregunta que atormentaba a Freud a los 70 años la supo responder Corín Tellado con solo 19. Ni más ni menos que el poder de decidir sobre su propia vida, ¡vaya por dios! Cierto que en el caso de Corín Tellado la elección siempre era entre dos hombres, por lo que la libertad tampoco era el recopetín, pero menos es nada. Elegir es lo que quieren las mujeres y no es por llevar las cosas a nuestro terreno, pero la fórmula mágica Pene conoce Vagina ni fue votada por unanimidad ni representa a mujer alguna.

Para decidir por qué río quieres navegar primero necesitas tener un mapa que indique cuántos hay y dónde está cada uno. ¿Y sabes qué? Entre recorrer sobre una triste tabla un riachuelo medio seco y embarcarte en un fabuloso crucero en busca de tesoros ocultos, todas eligen los placeres que vaticina el segundo viaje. Estas son las zonas más erógenas de la anatomía femenina, las paradas que no puedes saltarte si quieres que su siguiente elección vuelvas a ser tú.

El clítoris

Aviso a navegantes, esta lista no se corresponde con el orden que debes seguir en la estimulación. Es decir, el clítoris es la más brillante de las joyas de la corona, el órgano con más terminaciones nerviosas del cuerpo, la zona más erógena de todas. Pero esto no quiere decir que debas empezar por él, no se pasa de un beso a tocar el clítoris (esto deberías tenerlo clarísimo). El camino para llegar a él debe ser largo y sinuoso.

Para empezar, el clítoris no es solo lo que se ve, eso es solo el glande del clítoris, un órgano interno y grande que envuelve la entrada de la uretra y la vagina y cuyas terminaciones nerviosas alcanzan los labios vaginales. La estimulación debe ser suave y delicada al principio, y siempre ayuda aplicar primero un buen lubricante de base de agua y ayudarte de un estimulador o succionador de clítoris. Acaricia la entrada de la vagina en toda su extensión, utiliza dos dedos para realizar movimientos circulares alrededor del glande del clítoris y fíjate en su reacción para incrementar el ritmo y la intensidad de los movimientos.

Los pechos

Los pechos, las areolas y los pezones son zonas especialmente receptivas a las caricias. Según un estudio elaborado por los sexólogos Barry R. Komisaruk y Beverly Whipple y publicado en la revista The Journal of Sexual Medicine, estimular los pezones activa las mismas áreas del cerebro que la estimulación del clítoris y la vagina. “Aunque la mayor parte de los orgasmos provienen de la estimulación genital, existen evidencias de que la sola estimulación sensorial puede producir orgasmos”, constata la investigación. Una vez más repetimos: solo hay un tipo de orgasmo pero existen diferentes formas de alcanzarlo.

Empieza acariciando el pecho por encima de la ropa y recuerda que la estimulación directa de los pezones no resulta agradable para todo el mundo. Para algunas mujeres puede ser molesto. Prueba a lamer suavemente, dar delicados mordiscos y acariciar variando la intensidad conforme se incremente la excitación. También existen productos como el gel Nipple Play de Bijoux Indiscrets con aplicador metálico, las balas vibradoras o las plumas eróticas que contribuyen a mejorar (mucho) la estimulación de esta increíble zona erógena.

El cuello

No es ninguna novedad. Todos conocemos el poder erótico de una caricia, un beso o un mordisco en el cuello (sin pasarse, no en plan Crepúsculo). A veces, con solo sentir el aliento en la nuca la piel se eriza y las piernas flaquean. Utiliza las yemas de los dedos, le lengua y la boca, juega con los contrastes de calor y frío, no te pases con el exceso de saliva y ve bajando, poco a poco, hacia los pechos.

Las orejas

Cuidado aquí, recuerda que la oreja no es el oído y que nadie quiere que le metan la lengua como si se tratase de un bastoncillo. Lo único que debes hacer con el oído es susurrarle y gemirle, ¿y con la oreja? Los lóbulos son altamente sensibles así que acerca la boca y mordisquéalos sutilmente y el tiempo justo, es decir, no los pases de largo pero tampoco te demores hora y media solo con ellos.

Los pies

Como nos enseñó Pulp Fiction, un masaje en los pies puede tener diferentes significados, todo depende de a quién le preguntes. Eso sí, hay mujeres que lo disfrutan y otras que no lo soportan o que sienten demasiadas cosquillas. Tocarlos, lamerlos e incluso empezar un encuentro acariciando sus pies con los tuyos puede resultar muy excitante.

Los labios

Todo empieza con un buen beso. Tierno primero y húmedo y acalorado más tarde. Los labios cuentan con una increíble cantidad de receptores sensitivos, pero con frecuencia se nos olvida el poder para erotizarnos que tienen a lo largo de toda la vida. No los descuides porque no son cosa de adolescentes entrelazados en el parque. Acarícialos, lámelos, muérdelos y explota si te atreves. Existen geles y brillos de labios con efecto frío-calor y con efecto vibración para elevar la apuesta.

Los muslos internos

Haz la prueba y acaríciate con deleite la cara interna de los muslos. ¿Qué sientes? Exacto. Si las únicas zonas erógenas fuesen las primarias, es decir, los genitales, la sexualidad sería mucho más pobre e insulsa, pero resulta que hay un enorme universo por descubrir para abrir apetito y llegar al plato fuerte con ganas.

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