El cunnilingus y la psiquiatría nos han llevado a esto” le espeta Tony Soprano a Carmela, y es que entre la mafia de Nueva Jersey practicar sexo oral a una mujer no estaba bien visto, tal mal como confesar tus debilidades a una loquera. Señal de flaqueza y de sumisión, ambas cosas ponen en entredicho tu virilidad y tus dotes de mando, tu papel como macho alfa. Porque dime, ¿cómo podrás liderar un grupo criminal, mandar asesinar sin remilgos e infundir respeto entre tus subordinados si todos saben que andas lamiendo con delicadeza lo que no debería ser nombrado más que con sorna y entre amigotes?
En el Japón del sigo XVI, en cambio, eran bastante más liberales a la hora de considerar el sexo y cualquiera de sus prácticas algo que formaba parte natural de la vida. Así se puede apreciar en las estampas que se comercializaban bajo el nombre de shungas y en las se mostraban explícitamente no solo penetraciones, sino también masturbaciones y cunnilingus. También en la India encontramos muestras artísticas de sexo oral femenino o ‘auparishtaka’, como se le llamaba, en esculturas que datan del siglo X.
Como vemos, la estimulación sexual oral no es nada nuevo. La historia está llena de anécdotas y leyendas como la que sostiene que la emperatriz china Wu Zetiam creó un decreto que obligaba a todos los reyes, señores feudales y embajadores de otras tierras a rendirle pleitesía mediante un cunnilingus. Pero ojo, que tampoco faltan prejuicios en la antigüedad. En Roma, el cunnilingus era visto como algo sucio e inmoral que degradaba a quien osara practicarlo, prohibiéndole incluso votar. La excepción fue el emperador Tiberio, con el suficiente poder para realizar hasta lo considerado infame, y a quien, según cuentan, le entusiasmaba lamer la vulva de las matronas.
¿El secreto? Sin prisa pero sin pausa
Los tabúes han ido desapareciendo con los años, aunque no en todos los ámbitos ni en todas las culturas. De hecho, algunas encuestas apuntan a que solo un 32% de las mujeres y un número inferior de hombres obtienen placer proporcionando sexo oral. Un porcentaje lamentablemente escaso que demuestra que continuamos arrastrando muchos de los convencionalismos del pasado. Lo más importante del sexo oral es, por supuesto, disfrutarlo. No obstante, es fácil encontrarse con páginas que ofrecen consejos a los amantes ávidos de satisfacer a sus parejas. Como no queremos ser menos, coge lápiz y papel y apunta un par de consejos.
Nada de bajar a la primera de cambio, ¿a qué vienen esas prisas? A pocas mujeres les gusta que después del primer beso ataquen directamente a su clítoris, así que, por favor, calma. Tampoco te recomendamos soplar, lamer a lo loco como si no hubiera un mañana o utilizar el dedo como si la vagina fuera una mina de la que hubiera que extraer oro. No vayas directamente al grano, ni directamente al clítoris, presión y ritmo adecuados, esa es la clave. ¿Cómo saber si lo estás haciendo bien? escúchala y observa sus reacciones. Una última cosa, la práctica, comentan, lleva a la excelencia. Poco más que añadir.