Los fetiches más comunes

Los fetiches más comunes
EroticFeel 20/8/2021

Parece que a los amigos del médico y sexólogo Havelock Ellis, considerado uno de los primeros estudiosos del sexo desde una perspectiva científica, les divertía que fuese considerado un experto en la materia cuando él mismo se había casado virgen con 32 años y había padecido impotencia hasta los 60. Fue entonces, ya sexagenario, cuando descubrió que podía tener una erección viendo a una mujer orinando. Nunca es tarde si la dicha es buena. Lo que él mismo denominó undinismo se conoce hoy como urolagnia, parafilia en la que se experimenta excitación sexual viendo orinar o siendo orinado por otra persona.

El concepto de fetichismo sexual o parafilia, que no es lo es lo mismo pero está íntimamente ligado, ha cambiado a lo largo de la historia. El bueno de Freud, por ejemplo, metía homosexualidad, zoofilia y fetichismo en el mismo saco. Una lista de vicios o patologías en la que tampoco faltaba el sexo oral. “El empleo de la boca como órgano sexual se considera una perversión cuando los labios o la lengua de una persona entran en contacto con los genitales de la otra, y no, en cambio, cuando ambas mucosas labiales tocan una con otra”, escribió el padre del psicoanálisis en sus ‘Tres ensayos sobre teoría sexual’. Resumiendo, lo ‘normal’ es meter el pene en la vagina para hacer un bebé y el resto es cosa de desviados.

Antes de empezar, ¿qué es un fetiche sexual?

No es lo mismo fetichismo que parafilia ni parafilia que trastorno parafílico. El fetichismo sería una fijación erótica por un objeto o parte del cuerpo no genital. Para aclararnos, si te ponen las uñas largas, las uñas largas son tu fetiche. Si en cambio te excita una vagina o un pene, pues todo bien. Según la sacrosanta RAE, tanto los fetichismos como las parafilias son "desviaciones sexuales", pero mantén la calma y no llames aún al psiquiatra.

Según el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), parafilia es “cualquier interés sexual intenso o preferente y persistente distinto del interés sexual por la estimulación genital o las caricias preliminares dentro de las relaciones humanas consentidas y con parejas físicamente maduras y fenotípicamente normales”. Toma ya. Resumiendo de nuevo, todo lo que se salga de unas caricias seguidas de penetración con una persona “fenotípicamente normal” (signifique lo que signifique) es rarito. ¿Que a ti te excitan las personas con cicatrices?, parafilia, ¿que te pone que te den unos azotes o los tacones de aguja?, parafilia.

Ya ves que lo de “desviación sexual” es una mamarrachada. Que tus gustos sexuales se salgan de lo que otros consideran normativo no es malo ni patológico siempre que no conlleve un daño para ti o para otros. Y aquí es donde hablamos de trastorno parafílico, definido por el DSM como “una parafilia que causa malestar o deterioro en el individuo o una parafilia cuya satisfacción conlleva un perjuicio personal o riesgo de daño a terceros”. Para abreviar, ¿te gusta restregar tus genitales contra desconocidos en el metro? Tienes un problema, perdón, trastorno. ¿Te pone cortar un pene en cachitos, darle un toquecito de horno y comértelo? Aquí ya sí, llama al psiquiatra.

En palabras de la sexóloga Laura Morán: “te guste lo que te guste, mientras no (te) dañe, lastime o sea fruto de la imposición, disfrútalo y, si quieres (y si quieren, solo si quieren), compártelo.

¿Cuáles son los fetiches sexuales más comunes?

Según un estudio de la Universidad de Harvard, cerca del 25% de la población reconoce tener algún tipo de fetiche sexual. Los juegos de roles, el voyeurismo o la fijación con los pies femeninos son algunos de los más comunes, pero también hay otros como la hierofilia (excitarse con objetos sagrados o religiosos), la acrotomofilia (deseo sexual por personas con algún miembro amputado) o el gusto por chupar los pomos de las puertas (este, por lo que sea, aún no tiene nombre propio).

Sadomasoquismo

Ni traumas infantiles ni problemas mentales, a las personas que se excitan infligiendo o recibiendo dolor, sometiendo o siendo sometidas, castigando o humillando no les pasa absolutamente nada. De hecho, existen estudios científicos que determinan que los practicantes de sadomasoquismo son más equilibrados emocionalmente, menos neuróticos y menos sensibles a las críticas. El sadomasoquismo debe implicar siempre consentimiento mutuo y ciertas reglas.

Juegos de rol

Hay fantasías que solo pueden hacerse realidad si juegas a ser otra persona. Perder la propia identidad ayuda a explorar distintos gustos y sexualidad. Y sí, el juego de roles puede hacerse dentro de las prácticas BDSM definiendo quién es el dominante y quién el sumiso (profesor-alumno, jefe-secretario, médico-paciente), o simplemente cambiando de personalidad.

Fetiche de pies

Ya dijo Samuel L. Jackson que tocarle los pies a una mujer o darle lengüetazos en su sagrado agujero no es el mismo puto juego, pero está claro que es algo muy íntimo. No se le hacen masajes en los pies a la nueva esposa de Marcellus Wallace. Para Sigmund Freud el pie es un símbolo del pene, porque para él todo era un símbolo del pene, más concretamente, “del pene de la mujer, cuya ausencia impresiona fuertemente”. Pero más allá de la obsesión fálica de este hombre, la podofilia (palabra con una sonoridad espantosa) es uno de los fetiches más extendidos. Observarlos, acariciarlos, lamerlos… lo que se te ocurra.

Voyeurismo

Excitarse observando cómo otras personas tienen relaciones sexuales, eso es el voyeurismo. Para Hitchcock (que tampoco es que fuera un modelo de conducta a seguir) todos éramos voyeurs, y así lo hizo ver en películas como ‘La ventana indiscreta’. Lo que está claro es que nos gusta mirar, contemplar la intimidad de los demás. Diferente es si hacerlo se convierte en obsesión y acabas protagonizando una película de sobremesa sobre psicópatas pervertidos.

Looners: fetichismo de globos

Confesamos que este nos ha sorprendido. Los looners son personas que se excitan u obtienen placer teniendo relaciones sexuales sobre globos, rodeados de globos, tocándolos o hinchándolos. Cada looner tiene sus preferencias. Según explica una de las seguidoras de esta práctica en un artículo de El Mundo “a los amantes del blow-to-pop les gusta ponerse el globo en los labios, ver cómo se expande con cada respiración y crece y crece hasta que estalla. A los que prefieren el sit-to-pop, como yo, nos encanta sumergir el cuerpo en el globo, sentir su resistencia, escuchar los chirridos cuando el látex frota la piel, ver cómo el globo se aprieta y se deforma hasta que estalla. Los non-poppers disfrutan de los juegos con globos siempre que no impliquen su estallido, porque puede ser algo frustrante e indeseable para ellos”. Para más información te recomendamos visitar la web ThirtyThreeRooms.

Urofilia o lluvia dorada

En uno de los capítulos más recordados de Sexo en Nueva York, Carry, la protagonista, tiene un lío con un político que le pide que le orine encima. Esta práctica, conocida como ‘lluvia dorada’ forma parte de la urolagnia, una parafilia que gira en torno a la orina (tocar, ver u oler). Pero ojo, porque no es lo mismo la urolagnia o urofilia que la urofagia, a los primeros les excita sexualmente la orina, pero solo los segundos la ingieren.

Esclavitud

La esclavitud está relacionada con el universo BDSM. Se trata de dejarte dominar, de someterte completamente a otra persona y obtener placer con ello. La sensación de estar a merced de otro puede resultar muy estimulante, siempre, por supuesto, de manera consentida.

Espectrofilia

Confesamos que esta es quizá la que más rara nos resulta, y es que aúna lo humano y lo sobrenatural con fines sexuales, algo que hasta ahora no habíamos contemplado. Según parece, el origen de esta filia se remonta a la Edad Media y podría definirse como la atracción por los fantasmas o espíritus. No juzgamos.

Capnolagnia

Muy común entre malotes de instituto y en las películas del Hollywood clásico, se trata de la atracción que se siente al ver a una persona fumando.

No creas que están todas las que son, las filias o fetiches sexuales son innumerables. ¿Te excitan las muñecas o las estatuas?, agalmatofilia. ¿Las bicicletas, las motos o los coches?, mecanofilia. ¿Ver a tu pareja durmiendo?, somnofilia. Y así hasta el infinito. ¿Nuestro consejo? Disfruta como te plazca sin fastidiar al resto.

Imagen de portada: fotograma de 'La ventana indiscreta' 

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