¿A qué edad vas a echar tu último polvo?

¿A qué edad vas a echar tu último polvo?
Sara Martínez 13/6/2022

¿A qué edad vas a echar tu último polvo? ¿En qué momento vas a desdeñar el contacto con otro cuerpo, vas a retirar la mano (propia o ajena) que despierta el cosquilleo? Pongamos una fecha decretando el final definitivo de tus relaciones sexuales, ¿55, 65, 75 años?, ¿mañana? Ojo, que ya lo cantaba Siniestro Total: “como te ves yo me vi”. Un día pararás a echar un vistazo a ver por qué están levantado esa calle (total, no tienes mucha prisa, vas de camino a la frutería para devolver las dos naranjas podridas que te metieron en la bosa) y comenzarás a dormir menos pero se te abrirá la boca mientras finges ver el telediario. Puede que te mires al espejo de refilón y flipes contemplando que tu cuerpo desnudo parece el de otra persona, porque al tuyo, que recuerdes, no le colgaban tantos pellejos. ¿Será ese el final? ¡Vaya por Dios! La verdad es que una servidora, puesta a elegir, prefiere expirar su último aliento junto a las contracciones de un orgasmo.

“Antes de cumplir 67 años, el próximo marzo, me gustaría tener mucho sexo con un hombre que me guste. Si quieres hablar primero, Trollepe me parece bien”. Cada una de estas palabras le costó a Jane Juska cuatro dólares con cincuenta y cinco centavos, pero el anuncio, publicado en la sección de contactos personales de The New York Review of Books, cambió su vida. Recibió más de sesenta cartas y de sus encuentros nació A Round-Heeled Woman: My Late-Life Adventures in Sex and Romance, un libro brillante y divertido que, por si os lo preguntáis, nada tiene que ver con Cincuenta sombras de Grey. Las aventuras amorosas de esta señora jubilada de Berkeley tuvieron un éxito inmediato y enorme. ¿Era insólito el deseo sexual de una mujer mayor o lo extraordinario era saciarlo y después contarlo?

Por mucho que nos empeñemos en invisibilizar a los viejos, existen. Y tienen hambre, sed, sueño, derecho a la intimidad y ganas de follar. Puede, incluso, que más que los jóvenes, si nos atenemos a las últimas encuestas. Ya hace un par de años un informe publicado por la revista The Atlantic concluyó que, a pesar de la relajación de los prejuicios y de las nuevas aplicaciones, los millenials estadounidenses se encontraban en medio de una “recesión sexual”. Por el contrario, los últimos estudios sobre el sexo en adultos mayores determinan que casi el 50% de las personas de entre 65 y 80 años son sexualmente activas, aunque el porcentaje desciende escandalosamente en la población femenina. Indudablemente, la salud influye, pero también una educación coitocentrista que siempre ha ligado las relaciones con la reproducción, y una cultura que enseña que solo es deseable lo bello y solo es bello lo joven.

En los premios Feroz, la actriz Petra Martínez, de 77 años, subió a recoger su premio como Mejor actriz y pronunció un discurso que ocupó titulares e inundó las redes durante semanas. “Lo más importante es haberme masturbado delante de mucha gente”, dijo sobre la película, “porque yo pienso que la masturbación está completamente callada, y yo ahora me masturbo como tres o cuatro veces al día porque he cogido la manía, y Juan (su marido) me dice: hija, por favor, vamos a la cama. Y yo le digo: no, prefiero en el sofá (…) hay muchas cosas también que las mujeres de mi edad no sabemos, por ejemplo, el ‘satisfeison’, que es muy bueno, es genial”.

El de Petra era el paso que faltaba. Una mujer septuagenaria diciendo abiertamente que tiene deseo sexual, que se masturba, que disfruta, que utiliza juguetes sexuales. Porque apunta este dato, dentro de 30 años, más de la mitad de la población en Europa tendrá más de sesenta años. ¿Y si formas tú parde de ese 50%? Ojalá tus ojos vidriosos por las cataratas vislumbren la luz al final del túnel sin poder discernir si es sexo o es muerte.

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