¿Alguna calientapollas en la sala?

¿Alguna calientapollas en la sala?
Sara Martínez 30/12/2021

Calientapollas: persona que excita sexualmente a un hombre sin intención de satisfacerlo. Se registra lo que se usa, calientapollas se usa y la RAE lo registra. Perfecto. Eso sí, los académicos (y decimos académicos porque de los casi 500 miembros que ha tenido la Academia desde su fundación solo once han sido mujeres) han tenido a bien utilizar primero el término ‘persona’ como sujeto que excita a un hombre. En lo de hombre no había vuelta de hoja. Estaría bien, por simplificar, que completaran la definición con una lista pormenorizada de los actos y las palabras que pueden llevar a esa excitación. ¿Abrazar a un amigo o acariciarle la mejilla son gestos que pueden despertar su deseo?, ¿usar minifalda o llevar escote es una invitación formal a tener sexo con cualquier hombre que pose su mirada en tu canalillo?, ¿sonreír al camarero? Y yendo un paso más allá, ¿si aceptas una invitación al cine y encima llevas un vestido corto se sentirá muy ofendido si no quieres terminar la noche en su cama?

Ojo, porque la línea entre no ser una calientapollas y ser una puta también es fina, y tampoco quieres satisfacer su excitación y acabar siendo una zorra. ¿Y si le dices que no quieres, que no te apetece, que no te gusta o que no te da la real gana? Cuidado aquí, porque puedes pasar rápidamente de militar en el grupo de las calientapollas a hacerlo en el de las frígidas mal folladas. Acertar se complica.

Buscando opiniones sobre el tema nos topamos con una columna de la escritora y periodista Cristina Fallarás publicada en El Mundo en 2012. En uno de los comentarios, el antropólogo sexual homo_esteparius explica: “Una mujer sabe muy bien lo que hace cuando se pone una minifalda, o un generoso escote. Si lo hacen las niñas de 12 años, que apenas están despertando a la vida sexual, está claro que más que una conducta aprendida es algo instintivo, simplemente saben que enseñando más pierna consiguen más atención y más cosas de los chicos. No hay por qué complicarse mucho la vida con estudios sociológicos, la naturaleza es como es”. Pues resuelto, van pidiendo guerra desde los 12 años, es su naturaleza. “Muchas de las chicas que van a las discos son unas calientapollas. Van a exhibirse super sexys, no a ligar y rechazan a un chico tras otro. Todo para subirse el ego. ¡Como sufrirán, cuando lleguen a los cuarenta!”. Buen consejo, intenta pillar cacho antes de que las tetas te lleguen al ombligo que luego tu capacidad para excitar merma. Recopilando: la propia naturaleza de la mujer, vestirse ‘sexy’, y andar rechazando a un tío tras otro. La lista va tomando forma.

Pasemos ahora a un tema más peliagudo, muchas mujeres, especialmente adolescentes, no consideran la violación en cita una agresión y en la mayoría de los casos no la denuncian. Gobiernos autonómicos y ayuntamientos han llevado a cabo durante los últimos años campañas educativas para que todos comprendan que el consentimiento sexual se puede negar en cualquier momento sin que ellas sientan culpabilidad ni ellos agravio. No existe el derecho al sexo. Existe el derecho a la educación, a la vivienda, a la sanidad, pero, por lo que sea, no hay ley alguna que garantice que tu excitación sexual, o la mía, tengan que verse resueltas por otra persona. ¡Vaya por Dios!

Resulta que puedes parar en cualquier momento, puedes flirtear, quedar, puedes querer primero y luego ya no, puedes cambiar de opinión. Ni hay punto de no retorno ni situación alguna en la que tengas que seguir porque la has provocado o favorecido. Ella quería, ella se lo buscó, iba provocando, puso cara de gusto, no hizo nada por evitarlo… comentarios que parecen venir a justificar que la excitación (masculina) nubla el sentido y gobierna los actos. Autoestimas dañadas y egos maltrechos, aprended a gestionar el rechazo.

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