Si te excita fantasear con que otros observen a tu pareja desnuda o mantengan con ella relaciones sexuales mientras tú solo miras, lo que te pasa tiene nombre y viene de lejos. Según cuenta Heródoto, el griego Candaules, rey de Lidia, “perdió la corona y la vida por un capricho singular”. Parece que el monarca, obsesionado con la belleza de su esposa, quiso presumir tanto de ella que invitó a su ministro Giges a esconderse en sus aposentos y contemplarla desnuda. Aunque reacio por miedo a que le estuviera tendiendo una trampa, finalmente aceptó, pero no fue tan sigiloso como para que la reina no se percatara de su presencia. Nyssia, que así que llamaba la reina, no dijo nada en ese momento pero mandó llamar a Giges al día siguiente. “No hay remedio, Giges; es preciso que escojas, en los dos partidos que voy a proponerte, el que más quieras seguir. Una de dos: o me has de recibir por tu mujer y apoderarte del imperio de los Lidios dando muerte a Candaules, o será preciso que aquí mismo mueras al momento, no sea que en lo sucesivo le obedezcas ciegamente y vuelvas a contemplar lo que no te es lícito ver”. Giges, que no era tonto, mató al rey y ocupó su lugar en el trono y en la cama de Nyssia. De Candaules, en cambio, nos queda el nombre de un fetichismo curioso: el gusto erótico por exhibir a la pareja.
¿Qué es el candaulismo?
Estrictamente, el candaulismo es una parafilia en la que una persona obtiene placer erótico al exhibir a su pareja. Vamos, todo lo contrario a lo que cantaba Manolo Escobar en ‘No me gusta que a los toros te pongas la minifalda’. Relacionada con el exhibicionismo (excitarse mostrando los genitales a desconocidos), con el voyeurismo (excitarse observando a alguien sin su consentimiento mientras está desnudo o practicando sexo) y con el troilismo o triolismo (excitarse observando a la pareja manteniendo relaciones con otra persona), el candaulismo tiene siglos de historia pero se ha vuelto a poner de moda a través de foros de internet y redes sociales. Y hoy, el término hace referencia tanto al placer de mostrar a tu pareja sin llegar a más, como al placer de mirar mientras tiene relaciones sexuales con otra persona.
Cabe señalar que si se practica candaulismo sin el consentimiento de la pareja es un delito. Si, en cambio, se hace de manera consensuada y no representa un daño para nadie, puede convertirse en un prolegómeno que incremente el placer de las relaciones sexuales.
¿Cuál es el origen del candaulismo?
El candaulismo es fácilmente rastreable a lo largo de la historia y aunque el nombre proviene del rey griego Candaules, su práctica protagoniza cuadros de artistas tan renombrados como William Etty o Eugène Delacroix. También, se ha hablado de la influencia del candaulismo en la obra de Salvador Dalí, al que según parece le gustaba que otros hombres contemplaran desnuda a su esposa y también observar cómo la penetraban.
En la actualidad, solo hace falta escribir en la barra de búsquedas de Google ‘me gusta exhibir a mi esposa’ para comprobar que hay casi 400.000 resultados sobre el tema. En el foro Reddit, por ejemplo, existe la subcategoría ‘WouldYouFuckMyWife’ (‘Te acostarías con mi esposa’) donde los usuarios muestran fotos, vídeos y comparten comentarios sobre este fetichismo. Por si os lo estabais preguntando, sí, el candaulismo no tiene por qué ser exclusivamente masculino, aunque no deja de ser cierto que son los hombres los principales seguidores de esta práctica.
¿Por qué se practica el candaulismo?
El candaulismo no tienen como fin la venganza ni la intimidación, pero siempre debe ser consentido. Según los expertos, esta práctica puede resultar excitante al hacerte sentir más poderoso y sexualmente potente. Se trata de disfrutar contemplando cómo otros admiran a tu pareja sin experimentar celos ni sentimientos dolorosos, aunque hay quien considera que tiene connotaciones de dominación vinculados al sadomasoquismo.
Hay que tener muy claro que cada pareja establece sus límites y que si ambas partes están de acuerdo no hay infidelidad ni engaño, pero a diferencia de Candaules, que lo hizo a escondidas, tú, si te animas, debes contar con su permiso, siempre.
