Coitocentrismo o cómo te la han metido doblada

Coitocentrismo o cómo te la han metido doblada
Sara Martínez 24/11/2021

Dice Albert Ellis en su libro ‘La tragedia sexual americana’, escrito en 1962, que para las mujeres el sexo era algo “en el fondo repugnante e inventado por el varón para satisfacer su propio placer egoísta”. Las muchachas tenían que explotar su sexualidad para cazar marido pero abstenerse de cualquier acto físico. El célebre psicólogo describe una sociedad reprimida y atosigada por normas absurdas y tabúes sexuales en la que abundan mujeres inseguras supeditadas a la moda y a cánones de belleza imposibles. Si la preocupación era casarse antes que la vecina, esos matrimonios precoces disfrutaban de una vida sexual, en el mejor de los casos, anodina. El sexo se basaba en el coito, el pene penetraba la vagina, el hombre eyaculaba y la mujer se sentía frustrada por no alcanzar el ansiado ‘orgasmo vaginal’. “En los Estados Unidos, oficial y oficiosamente se concibe a las relaciones sexuales como relaciones sexuales por medio del coito; y todo cuanto se haga más allá, más acá o alrededor de esta limitada técnica sexual, simplemente no cuenta… o cuenta en la medida necesaria para enviar a la cárcel a los cónyuges”. Y es que las leyes regulaban el sexo y castigaban a cualquiera que “conozca a una mujer o a un hombre por el ano, o con la boca o la lengua”.

Las cosas han cambiado. Desde 1962 se han sucedido un par de revoluciones sexuales, hemos llegado a la luna, tenemos fantásticos juguetes sexuales que han democratizado el placer y está internet, claro, con toda la información y todo el porno del mundo al alcance de cualquiera con un móvil. Sin embargo, seguimos hablando de ‘preliminares’ y asimilando una relación sexual completa con la penetración. Así que ya veis, mucho Satisfyer y mucho artículo sobre el placer femenino pero el coitocentrismo sigue campando a sus anchas. ¿Pruebas? Las que quieras. Todos los expertos coinciden en que en torno al 80% de las mujeres necesitan la estimulación del clítoris para alcanzar el clímax. No obstante, y según un estudio sobre la frecuencia de los orgasmos en hombres y mujeres homosexuales, bisexuales y heterosexuales publicado en ‘Archives of Sexual Behavior’ en enero de 2018, las mujeres heterosexuales son el grupo que menos orgasmos tiene (un 65% de las veces). Los más afortunados serían los hombres heterosexuales (un 95% de las veces), seguidos por los hombres gais (89%), los hombres bisexuales (88%), las lesbianas (86%) y las mujeres bisexuales (66%).

Cuando hablamos de ‘preliminares’ nos referimos a las prácticas que obligatoriamente tienen que preludiar lo importante, el coito. Parece, no solo que hay partes del cuerpo menos sexuales que otras, sino que incluso las puramente sexuales tienen que estimularse como Dios manda. Es decir, la masturbación o la estimulación oral, prácticas estupendas para alcanzar el orgasmo, no son, digamos, sexo del bueno, del de toda la vida. Este pensamiento tiene una función biológica, ya que es evidente que para la reproducción la única práctica sexual válida es el coito, sin embargo, es la construcción cultural de lo que es el sexo la que nos ha enseñado que todo lo que no forme parte del binomio pene-vagina no se sirve como plato principal. Por eso todavía hay lesbianas que tienen que aguantar el ‘¿y vosotras cómo lo hacéis?’, pronunciado con cara de intentar descifrar un misterio inescrutable.

Y es el coitoncentrismo lo que llena la consulta de los terapeutas. Así lo explica la sexóloga Laura Morán en una entrevista para ‘Jot Down’: “ Como somos más simples que el mecanismo de un botijo: palito, agujero y dentro. Se nos olvida lo demás. En torno a esto empiezan las disfunciones eréctiles, la eyaculación precoz, porque a él se le pide que esté enorme, a ellas que se corran entre gemidos y alaridos mientras nos empotráis y si esto no funciona”. Es decir, todos los miedos y mitos, desde el tamaño del pene hasta la idea de que cuanto más tiempo mantengas la erección más placer darás, son falsos.

No siempre hay que hacer espeleología para desatar el placer, no se encuentra al final del túnel. Por no mencionar que el coito es una práctica limitada que no satisface a todos (o más bien a todas). Tendremos wifi en el tren, pero hemos evolucionado lo justito.

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