De la clitoridectomía a la clitorización

De la clitoridectomía a la clitorización
Sara Martínez 28/12/2022

Ya habíamos pisado la luna, inventado la bomba atómica y visto las tres primeras pelis de Star Wars, pero aún no conocíamos el clítoris porque hasta 1998 (el mismo año que Titanic lo petó en los Oscar, Ricky Martín lo petó con La copa de la vida y Pfizer lo petó con la viagra) nadie se había molestado en describir la anatomía completa del clítoris, ni sus partes y tamaño. Y fue la uróloga y cirujana Helen O’Connel la que lo hizo. “El libro de anatomía con el que aprendíamos para convertirnos en cirujanos era inadecuado. Patentemente erróneo”, declaró en una entrevista para El País. Fue entonces cuando nos enteramos de que ese ‘botoncito’ que veíamos no era tal, sino un órgano grande e interno cuya estructura envuelve la entrada de la uretra y la vagina.

Extirpar “libremente” el clítoris mientras la paciente está bajo los efectos del cloroformo “ya sea con tijeras o con cuchillo (yo siempre prefiero las tijeras)” era lo que en 1866 recomendaba en un libro el ilustre doctor Isaac Baker Brown, que por entonces ocupada nada menos que la presidencia de la Sociedad Obstétrica de Londres. El médico, al que más tarde y por suerte sus colegas de profesión expulsaron del cargo, defendía las bondades de la clitoridectomía para curar la locura, la epilepsia, la catalepsia y la histeria en las mujeres. Hoy, la mutilación genital femenina sigue vigente como práctica cultural o religiosa en 30 países y escondida tras la forma de diferentes cirugías estéticas en gran parte del mundo.

La historia de las referencias al clítoris a la largo de la historia es fascinante. A ratos despreciado, a ratos olvidado, pasó de ser el causante de todo tipo de males a no aparecer ni en los manuales de medicina. En el siglo XVIII, los entendidos tenían bastante claro que un clítoris bien grande provocaba lesbianismo y a lo largo del siglo XX los más preocupados por él fueron los señores psicoanalistas. Para Freud era poco más que el juguete de una niña, por eso calificó los orgasmos conseguidos mediante la estimulación del clítoris como “infantiles”. En el 36, otros dos tipos decidieron opinar sobre el placer femenino asegurando en el libro Frigidity in women (ya apuntaba maneras) que “el único criterio de frigidez es la ausencia de orgasmo vaginal”, una teoría que también defendió con fuerza en el doctor William S. Kroger en los 50. Para ellos, el placer “óptimo” era el obtenido con la penetración vaginal.

Obviado por ginecólogos y obstetras, el clítoris apenas tiene cabida en la literatura médica. ¿Enigma médico? O’Connel explica también que la Anatomía de Gray (no la serie donde palman todos, sino el libro de anatomía), que constituía la Biblia de cualquier médico, describía con exactitud los nervios del pene y la próstata y de los femeninos, decía “son iguales pero más pequeños”. Lo que de hecho resultó ser falso. Y además, ¿cuál era la trayectoria de esos nervios? La cuestión es que obviar el clítoris no borra únicamente el placer sexual de las mujeres, menospreciado históricamente, sino que la falta de conocimiento puede causar daños médicos.

¿Y cuándo escuchaste tú hablar por primera vez del clítoris?, ¿Se mencionaba en el libro de sexto de primaria en el que sí aparecían los aparatos reproductores masculino y femenino?, ¿te habló de él tu ginecólogo? A pesar de que sí hubo descripciones históricas más acertadas, fueron desapareciendo a favor de las mamarrachadas varias. Y hoy, que ya tenemos a nuestra disposición toda la información detallada sobre este órgano grandioso, su estructura y la enorme importancia de la trayectoria de sus nervios, las labioplastias se han convertido en una operación común en occidente.

La ginecóloga y profesora Caroline De Costa explica en esta fantástica charla junto a O’Connel que los labios mayores están conformados por el mismo tejido sensible que forma el clítoris y que reducirlos para acomodarlos a lo que se considera ‘normal’ es una mutilación “innecesaria y criminal”. “Si a un hombre le quitaras un tejido similar a este habría protestas. Es una parte muy importante para tener una buena función sexual”. Una mujer no es una barbie, no es una muñeca ni una niña, y su sexualidad no debe ser controlada por nadie. Un futuro brillante pasa por el conocimiento y el reconocimiento de cada una de las partes genitales femeninas. Por obligación y por devoción.

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