Hubo un tiempo en el que para ligar alguien proponía jugar a ‘la botella’ o a ‘beso, verdad o consecuencia’. Hablamos de esos años que transcurren entre beber el líquido del flash descongelado y pasarte al Malibú piña, cuando besar era la única prioridad en tu vida (¿cuándo dejó de serlo?) pero no tenías muy claro qué había que hacer con la lengua. Justo ahí te diste tu primer beso, en aquel portal, en esa discoteca que hoy es una clínica dental, en aquellas escaleras oscuras donde las parejas se morreaban contra la pared unas a medio metro de las otras. Recuerdas el lugar exacto, de hecho, ahora mismo vas a abrir Google Street View y vas a recorrerlo de nuevo, ¿sigue igual?, ¿o ahora es la sede de una asociación de afectados por las criptomonedas?
Los estudios y las encuestas lo confirman, el 90% de las personas tiene recuerdos más vívidos y precisos de su primer beso que de su primer encuentro sexual. La huella que deja en nuestra memoria es más potente y, por eso, muchos sabemos exactamente qué día fue, qué llevábamos puesto, si sonaba o no King África o a qué sabía la otra persona (¿chicle de menta, tabaco, licor 43 con Cacaolat, Oreos?) Cierra los ojos y concéntrate, ¿sientes la mezcla de ganas, nervios y miedo?, ¿el calor de otro aliento tan cerca, una saliva nueva en tu boca?
Se sabe que durante una vida media se generan unos 30.000 litros de saliva, aproximadamente uno y medio al día, ¿qué cantidad traspasaste ese día?, porque en solo un mililitro viven unos cien millones de bacterias (tranqui, que también contiene microbicidas para matarlas, no nos pongamos escrupulosos). El caso es, ¿terminaste con la cara enrojecida y mojada hasta la frente en un frenesí húmedo y agotador o fue algo más breve y, digamos, seco?
Y ahora una pregunta difícil, ¿podrías recordar hacia qué lado giraste la cabeza antes del beso? Imita el gesto, si fueras a besar ahora mismo animado por esta lectura, ¿hacía qué lado la torcerías? La ciencia sostiene que hacia la derecha, o, al menos, hacia la derecha lo hacen la mayoría. Según unas declaraciones del psicólogo alemán Onur Gunturkun en El País, se debe a que el 80% de las madres acunan a sus hijos contra su costado izquierdo, es decir, aprendemos a girar la cabeza hacia la derecha para encontrar alimento. La relación entre besar y comer está clara.
También deberías saber que no en todas partes se considera aceptable haber tenido un primer beso. En Indonesia, hacerlo en público está penado por ley con hasta diez años para los locales y cinco para los extranjeros (ojito si vas de vacaciones), en Dubái también puede acarrear penas de cárcel, y en China, tal y como contaba el periodista Luis Miguel Ariza en un artículo, un periódico publicó en 1990 que besarse “es una práctica vulgar que raya en el canibalismo”.
Hay muchos tipos de besos. Se besa al primo que acaba de llegar de visita y a la abuela en la piel blandita. Hay besos en la frente y en la panza, besos de despedida y de costumbre, de llegada, besos prohibidos por la OMS y besos que no dimos nunca por cobardía pura. Besos en el pan, besos con mordiscos, besos de judas y los besos en el repto del diablo que eran marca de las brujas en el siglo XV según la Iglesia. Inventados, reconfortantes, idealizados, excitantes y olvidables. Besos hay muchos, sí, pero como aquel, ninguno.
