El primer juguete sexual que tuvo Eva Soriano se lo regalaron sus amigas con 22 años, “un enorme falo verde” que aún la asusta de vez en cuando. Ahora, sin embargo, tiene una colección que escandalizaría a la mismísima Samantha Jones. “Como un día se me incendie la casa y vengan los bomberos van a alucinar”. Según confiesa, guarda en sus armarios todo un museo de la evolución de la juguetería erótica, aunque de momento ninguno ha logrado desbancar al celebérrimo Satisfyer. “Sé que es un robot, pero es como la mejor cosa que me ha pasado en la vida. Prefiero que me toquen el botón del ascensor a que me entre gente en casa”. Ya ven que prejuicios y tabúes la Soriano tiene más bien pocos. Y es esa desvergonzada naturalidad la que ha cautivado a una legión de fans que no ha parado de crecer desde sus primeros monólogos. Cómica y también cantante, como ha demostrado en Tu cara me suena, a la presentadora de Cuerpos especiales, el morning show de Europa FM, que ha pasado por El Club de la Comedia, La resistencia, Late Motiv, Ese programa del que usted me habla, Yu, no te pierdas nada o Las que faltaban, solo le queda Saber y ganar para haberlo hecho casi todo. Y eso que apenas acaba de empezar.
“Es un buen momento para las cómicas, pero queda mucho recorrido. El humor no es cosa de chicos ni de sexos, aquí lo que vale es si una persona se ríe contigo o no”, explica con paciencia. Y es que imaginamos que tras las polémicas y comentarios de los últimos tiempos, responder continuamente a obviedades debe ser como explicarle a un niño por qué llueve. Lo que sí tiene claro es que hablar de sexo es divertido. “Hasta ahora habíamos visto siempre la sexualidad desde el punto de vista del hombre, no se había explorado el placer femenino como algo recreativo. Se nos mostraba como un agente pasivo del sexo, como si no nos gustara o estuviéramos siempre rechazándolo. El disfrute sexual de la mujer se había dejado de lado. Ahora tenemos voz y lo contamos, y se pueden reír todos”.
Y Soriano tiene voz y lo cuenta, por supuesto. ¿La han atacado alguna vez por ello? Faltaría más. “Estamos en una época en la que nadie te dice nada a la cara, pero sí he recibido mensajes insultantes tachándome de deslenguada”. Poca importancia tienen esos comentarios para ella en comparación con los de las mujeres que le dicen “gracias porque creo que por tu monólogo esta noche me van a hacer un cunnilingus”. “Esa es mi mayor satisfacción, ayudar a que una mujer se haya llevado una buena comida de coño”. Desde luego, es como para alegrarse.
Ella, que nunca ha bajado la voz en un restaurante aunque se estuviera hablando de sexo, cree que “trasladar la sexualidad a la cotidianeidad, naturalizarla, evitaría complejos y prejuicios”. Por eso apuesta por normalizarla, pero también por una educación sexual que no te obligue a enfrentarte a la vida con desconocimiento “o a que tu único ejemplo sea el porno”. “En la adolescencia te hablan del sexo como algo de ciencias, te enseñan a poner un condón, pero nadie te dice lo que te va a pasar o las cosas que vas a empezar a sentir, es más bien como ¡escóndelo!”
Y ahora una duda que nos corroe, ¿se liga más como cómica o como cantante de orquesta?, porque sí, en su recorrido también ha habido hueco para amenizar las fiestas patronales de los pueblos a golpe de clásicos verbeneros. “Al cien por cien siendo cantante de orquesta. Ese concepto manido de que las mujeres lo que buscan es un hombre que las haga reír, al revés no funciona. A ellos parece que les asusta, se sienten amenazados y quieren demostrar todo el rato que son más graciosos que tú. Es como ‘a ver, chico, que yo me dedico a esto’. El problema es que no me callo, si me callara follaría más”. Eso sí, cree que las nuevas generaciones “están más deconstruidas, más abiertas a nuevos perfiles”.
Para terminar, un juego, que de eso va esto. ¿Qué es lo primero que te sugieren estos conceptos? ¿Porno? “Ficción”. ¿Feminismo? “Igualdad”. ¿Poliamor? “Sentimientos”. ¿Transexualidad? “Persona. ¿Fantasías? “Jugar”. ¿Orgasmo? “Disfrute”. ¿Comedia? “Vida”. Ya saben, a vivir y a disfrutar, que son dos días. Aunque con Satisfyer y unas risas, cunden más.
