El amor duerme en el pecho del poeta, escribió Lorca, y quizá por eso, por poeta, el amor sale a colación en cada una de sus respuestas. No esperábamos menos después de verla arrancándose a cantar ‘La gata bajo la lluvia’ junto a Mara Torres. Justo ahí, en esa canción, encontramos a la Itziar Castro más pura, esa que no concibe el amor sin el desamor, la alegría sin la tristeza y la vida sin lucha. Sonreír, reponerse y seguir camino. Esta artista que ha hecho de la diversidad su fortaleza ha ido sumando capas y quitándoselas a un tiempo. Intérprete de teatro musical, cantante, actriz de cine y televisión, directora, productora, autora y ahora, también, poeta. Y decimos ahora diciéndolo mal, porque ahora ha publicado ‘Con el corazón por delante’ pero lleva escribiendo veinte años, algo parecido a lo que le sucedió al ser nominada al Goya a mejor actriz revelación en 2018 tras llevar casi dos décadas de profesión a cuestas. Franca y directa, su apología del amor propio, su feminismo militante y su negativa a convertir en propios los prejuicios ajenos le han acarreado más de un comentario ofensivo en redes sociales, pero también la han convertido en referente.
“Precisamente los que me hacían bullying de niña son ahora mis fans. No es que ofenda lo no normativo, es que da miedo. Nos quieren a todos iguales y cuando la gente es diversa, da miedo”, explica. Ella siempre fue diferente, una niña pelirroja y de piel caucásica a la que preguntaban si era adoptada. Su talla, su orientación sexual, su claridad al hablar de temas como el placer, el sexo, el amor o el dolor, todo hace de ella una mujer fuera de lo normal, si entendemos normal por común. Tiene claro que “en la diversidad está el enriquecimiento”. No nos resistimos a preguntárselo: ¿hay alguien que en su momento te dijera que no podías y a quien ahora te gustaría decirle ‘que te jodan, aquí estoy’? No es de esas. “El hecho de trabajar ya es suficiente, el movimiento se demuestra andando. Además, siempre he creído que odiar es de cobardes”.
Comprometida con los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBIQ+, Castro cree que siempre va a haber mil causas por las que luchar. “Es una cuestión de empatía”. Para ella, sus referentes siempre han sido personas “reales y cercanas”. Su madre, a la que no dejaban salir de la cocina del restaurante en el que trabajaba porque tenía un angioma en la cara y acabó siendo la metre, o su mejor amigo, al que aseguraron hace años que se quedaría en silla de ruedas y sigue caminando.
“Cuando era joven tenía un póster de Ava Gardner colgado en mi habitación”
Castro, que sale desnuda en la portada de su poemario y también en muchas de sus películas, no tiene ningún problema con el desnudo físico. “A los diez años mi hermana mayor me llevó a una playa nudista y me sentí libre”, cuenta. Más difícil es el desnudo emocional, algo que practica en su libro. “Dicen que las grandes obras nacen del dolor, creo que depende. No concibo el amor sin el desamor, y no solo con una pareja, también con la profesión o con uno mismo”. Pero ¿cuál es el motor del mundo, el amor o el sexo? “A nivel económico el sexo, aunque muchas veces ponemos la etiqueta de sexo porque no queremos decir amor. Tenemos miedo al dolor y curiosamente el sexo da menos miedo que el amor”.
Y aunque reticente, (“¡cómo os gustan las etiquetas!”), nos cuenta qué actores le parecen más atractivos. “Cuando era joven tenía un póster de Ava Gardner colgado en mi habitación, me parecía fascinante. Antonio Banderas también es un gran seductor, y en las distancias cortas, más”. No obstante, dice “todos los actores tienen que seducir a la cámara, aunque estés haciendo del villano más villano tienes que conquistar”.
A Castro, que le hubiese encantado interpretar el personaje de Kathy Bates en ‘Misery’, le basta con trabajar “en mayúsculas”. “Y cobrar, por supuesto. Esta profesión es una carrera de obstáculos. Hoy lo tienes todo y mañana nadie te llama”. Y si hablamos de visión feminista en el cine tiene claro que “aún hace falta mucha más, sobre todo en guiones y producción, pero vamos por buen camino”.
Y para terminar regresando a nuestro terreno nos quedamos con una frase: “las relaciones sexuales tienen que tener de todo, como la vida”. Tratándose de un personaje como Itziar Castro podíamos haber utilizado otra para cerrar la entrevista pero, como decía Emilia Pardo Bazán, “un tonto no tiene la obligación de acertar”. A ella, en cambio, procuren seguirle la pista.
