Malfolladas, las nuevas histéricas

Malfolladas, las nuevas histéricas
Sara Martínez 20/10/2022

Dícese de una mujer que no tiene coitos placenteros, se la han follado regular y, por eso, se ha hecho lesbiana, feminista, gorda o todo al mismo tiempo. Esto, claro, la sume en un estado anímico de odio general a los hombres provocado por aquellos que no han sabido satisfacerla. Otra acepción común hace referencia a aquellas mujeres que transfieren su rabia a cualquier cosa y empiezan a quejarse de si cobran menos que ellos, si las persigue un muchacho por la calle al susurro erotizante de te voy a dar lo tuyo y lo de tu prima o si han matado a la vecina y no sé qué mierdas. Lo mejor del término es su transversalidad, esto quiere decir que es igualmente aplicable a una política con la que no estás de acuerdo, a tu compañera de trabajo, a la camarera del bar de abajo o a la tía que te torció el gestó en el bus. Amargada, por supuesto. Fea, lo más seguro.

¡No puede ser verdad!, pensamos con frecuencia al ver o leer determinadas noticias y, debemos confesar, esta tenía toda la pinta de estar sacada de El Mundo Today. ‘Suspendido un médico que llamó “mal follada” a una paciente en Murcia’, este fue el titular que saltó a todos los periódicos en 2019. Por resumir, en 2016 una mujer acudió al Hospital Reina Sofía de Llano de Brujas en Murcia tras haber sufrido un desmayo. El médico que la atendió le dijo que no le iba a recetar un medicamento porque era posible que le hiciera engordar y que era una lástima “porque tenía un tipazo”. Y después de este consejo facultativo, el especialista diagnosticó por escrito en su informe que “no estaba bien follada”. No sabemos dónde se sacó la carrera este tipo o si es miembro de algún grupo de médicos muy fans de las teorías de Galeno. Lo que sí sabemos es que el “no está bien follada” recuerda sospechosamente a la definición de histeria que proporcionó el médico griego.

La idea de que los órganos reproductores femeninos originaban profundos trastornos mentales caló hondísimo. Platón sostuvo que “lo que se llama matriz o útero es un animal que vive en la mujer con el deseo de hacer hijos. Cuando permanece mucho tiempo estéril después del periodo de la pubertad apenas se le puede soportar, pues se indigna, va errante por todo el cuerpo, bloquea los conductos del aliento, impide la respiración, causa una molestia extraordinaria y ocasiona enfermedades de todo tipo”. El útero ambulante que si no encuentra fiesta en un pueblo se va a otro desbaratándolo todo a su paso ocasionaba males como insomnio, falta de apetito, ansiedad, desmayos, dolores abdominales e irritabilidad. Síntomas que Galeno también achacaba a la histeria, enfermedad que entendía como propia de mujeres solteras o viudas privadas de relaciones sexuales.

En la Edad Media la histeria pasó a ser cosa de demonios y la Inquisición instauró tratamientos tan efectivos como letales. Ya se sabe, muerto el perro se acabó la histeria. Y aunque a partir del siglo XVII médicos como el inglés Thomas Willis absolvieron al útero y situaron su origen en el cerebro, esta no se convirtió ni mucho menos en la postura predominante. Por resumir, hasta antes de ayer, la histeria femenina se diagnosticaba más que el lupus en ‘House’, así que no es extraño que el término cargue con el estigma de misógino. Hoy tiene un significado residual para denominar a mujeres que pierden los papeles y te montan un numerito, ¿que tienes una reunión de trabajo o una discusión de pareja y levantas la voz para exponer tu punto de vista? Pues, si tienes testículos, los tendrás bien puestos y si tienes útero, andará errante, haciendo de las suyas el tío geta.

Por eso los modernos prefieren malfollada, porque como mucho te tratarán de grosero (o grosera, ojo), pero nadie sacará el Manual Diagnóstico y Estadístico de trastornos mentales (DSM) para decirte que la histeria, que hoy se denomina trastorno de conversión provocado por un shock o trauma psicológico que provoca síntomas físicos como la parálisis motora, es una afección que no tiene nada que ver con la satisfacción sexual y que, por supuesto, también se da en los hombres. De hecho, es y ha sido inmensamente frecuente entre los rudos y viriles soldados. Así que ya ves, igual que histérica, malfollada también es cosa de ignorantes.

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