Micropenes, fimosis y muertos por felación: las curiosidades sexuales de los gobernantes franceses

Micropenes, fimosis y muertos por felación: las curiosidades sexuales de los gobernantes franceses
Sara Martínez 20/1/2022

“Josefina. No te laves. Voy”. Esta era la forma que tenía Napoleón, según cuentan, de avisar por carta a su amada de que regresaba a casa y quería fiesta. Y es que lo cortés no quita a lo valiente y el emperador era un devoto de los olores corporales almizclados. Los tejemanejes de la corte francesa dan para un libro, eso está claro. Y solo el pequeño corso ocuparía varios capítulos. Dicen que perdió la virginidad con una prostituta (nada nuevo bajo el sol de cualquier imperio) y que utilizaba los recreos del cole para leer a Plutarco en lugar de jugar a los tazos (esto es más raro).

Se rumorea también que era un amante torpe con poco sentido del ritmo y con un pene chiquitito. Leyenda avivada por un pene que rula por el mundo como reliquia desde hace dos siglos. El cirujano que le hizo la autopsia, no vamos a analizar por qué, le cercenó el pene y dos trozos de intestino. Lo último que sabemos del viril miembro momificado es que coge polvo en un sótano de Nueva Jersey y que, según tituló en su día la versión británica del Huffingtonpost, mide 3,8 centímetros. ¡Ojo!, este dato no lo hemos contrastado. Lo que sí está demostrado es que su madre en una de sus misivas le espetó: “¿qué haces, aborto del abismo?”, cuando el chaval ya andaba desbocado conquistando sin ton ni son. Quizá Freud encontraría alguna relación entre su pequeño pene y su gran imperio.

Y vamos ahora hacia atrás para recordar que Luis XIII, aunque homosexual, estaba obligado a dejar un heredero. Lo forzaron a casarse, obvio, y con su “niño bonito”, porque así llamaba a su pene, plantó la semilla del ‘Rey Sol’. Un monarca absolutista y poco amigo de la higiene que se limpiaba la cara con un algodón empapado en saliva y tenía el pelo lleno de piojos. Ya ven que con la desgana le salió regular el chiquillo. Luis XIV, además, tuvo amantes a punta pala y concedía audiencias sentado en el retrete real, igual viene de ahí lo de ‘voy al trono’.

Y pasamos directamente a María Antonieta y Luis XVI, que tardaron siete años en consumar su matrimonio. Se barajó primero que el rey fuese excesivamente tímido y luego que estuviera hechizado. La explicación era más sencilla, lo que tenía era fimosis. Una vez descubierto el tema se negó durante años a operarse, porque a nadie le gusta que se le acerquen con un cúter a los genitales.

Para terminar, y dejando a un lado el bullicio en la entrepierna de Mitterrand, Chirac o Sarkozy, nos quedamos con la dulce muerte de Félix Faure, sexto presidente de la república fallecido en noble acto de servicio. No sabemos si gritó ¡me muero! durante la felación que le paró el corazón, pero casi seguro que murió contento.

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