¿Te preocupa mutar en calzonazos?

Calzonazos

"¡¡Estamos seguros de que tú no eres uno de esos calzonazos a los que su mujer no les deja comprarse una Harley!!". Así, con dos cojones, se publicitó un concesionario de Bilbao en 2018. Apelando a la esencia del macho macho, ese al que no mangonea ni su madre y que no tiene que pedir permiso a nadie. Y está bien, no vas a ser tú el hazmerreír de tus colegas destinando la pasta a la universidad de tu hijo o a pagar la hipoteca, que eso son cosas propias del hombre blandengue, ese que ni es hombre ni es nada. Eso ya nos lo explicó El Fary hace casi treinta años en un discurso que los haters de los calzonazos llevan tatuado en el pecho. “El hombre debe de estar en su sitio y la mujer en el suyo (…) creo que la mujer necesita ese pedazo de tío ahí. Al hombre blandengue le detesto. Ese hombre de la bolsa de la compra y el carrito del niño…”. Pura ambrosía.

Hombre de carácter débil, condescendiente y que se deja dominar por su mujer. Eso es un calzonazos para los académicos de la RAE. ¿Y para el vulgo? Recurrimos a Forocoches: “hay algunos hombres que se pasan la semana con el rabo entre las piernas diciendo sí a todo para follar el finde, eso es lamentable”. Tanto como levantarte todos los días e ir a currar diciendo sí a todo para cobrar a fin de mes. Tristísimo. En una concienzuda investigación basada en llegar hasta la página treinta de resultados de Google, hemos descubierto que calzonazos es un insulto recurrente en el mundo político y deportivo, espacios, claro, donde deben reinar la testosterona, la mano firme y el ‘por mis huevos morenos’. Un improperio, también, muy del gusto de Pérez Reverte, para quien básicamente cualquiera que no haya visto a personas morir desangradas y con los miembros amputados en una guerra sin vomitar es un pusilánime que no debería tener ni derecho a voto.

Asombrados, comprobamos que aún reina la idea, espoleada también por algunas revistas femeninas, de que los roles de hombre y mujer son distintos. “Pistas para reconocer si tu chico es un calzonazos. Te damos algunas claves para que termines tu relación antes de que termines volviéndote loca por su falta de personalidad”. Santo cielo. ¿Saca al perro, tira la basura, hace la compra, se queda en casa a cuidar a los niños mientras tú vas a trabajar, te tiene en cuenta en sus planes preguntándote si quieres hacer algo el sábado antes de quedar con sus amigos, no llega a casa y te suelta que se ha comprado una moto de 2.000 euros sin consultarte? Vaya aburrimiento, chica, deshazte de él cuanto antes y busca a alguien que te ponga mirando a cuenca y luego se vaya al bar mientras preparas la cena.

¿Sabes lo guay? Que ahora, todos aquellos que quieran dejar atrás su condición de calzonazos, tienen la ayuda inestimable de un libro que, nos tememos, no está escrito en clave de humor. “¿Cansado de esa insatisfacción constante a pesar de que la mayoría de las áreas de tu vida crees que están bien? ¿Tienes la sensación de que tu pareja domina demasiadas áreas de tu vida? ¿Te sientes en tu relación un cero muy a la izquierda? ¿Piensas demasiado en otras mujeres porque con la tuya... se perdió el vínculo? ¿Crees que cumples con tu rol masculino, de padre, de proveedor, de casero, etc. pero tu mujer te trata como si fueses transparente y es ella la que toma casi todas las decisiones? Cuidado, puede que te hayas convertido sin darte cuenta en un auténtico calzonazos. En este breve tratado, te diré cómo identificar si te encuentras en esa lamentable y humillante situación para un hombre y qué hacer al respecto. En un tono divertido e irreverente, te mostraré que hay vida y esperanza para un homo-calzonazos”, así reza la sinopsis de ‘Breve tratado sobre cómo evitar convertirte en un calzonazos', porque ya sabes, si cumples con tu papel de proveedor y casero y la maldita arpía aún quiere elegir la película que vais a ver esta noche, sal de ahí como alma que lleva el diablo.

Por pura curiosidad, hemos intentado buscar un término que se use para hacer referencia a una mujer que se deja gobernar por su marido. No lo hemos encontrado. Quizá porque cuidar y obedecer se considera parte inherente a la naturaleza femenina, y se puede ser de todo en esta vida, incluso calzonazos, ¿pero redundante? Eso nunca.

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