Papá Noel avisa: “no pienso garantizar la satisfacción sexual de cualquier usmias incapaz de gastar una miseria para conseguirla”

Papá Noel avisa: “no pienso garantizar la satisfacción sexual de cualquier usmias incapaz de gastar una miseria para conseguirla”
Sara Martínez 23/12/2021

Nos ponemos en contacto con usted en relación con las quejas que nos ha hecho llegar las dos pasadas Navidades. Desde el departamento de atención al cliente de Santa Claus lamentamos la demora y queremos recordarle que todos nuestros clientes son importantes para nosotros. No obstante, al señor Noel le han parecido tan desproporcionadas sus críticas que ha decidido contestarle personalmente. Debemos señalarle que esto es algo insólito, pero parece que sus ataques públicos y sus referencias malintencionadas a su físico, edad y peso han hecho mella en su estado de ánimo después de una época delicada. Sin más demora, quedamos a su disposición para futuras, aunque esperamos que innecesarias, consultas.

El señor Claus:

Creo que mi reputación me precede y que no tengo por qué excusarme del más leve fallo. No obstante, y como parece que el rencor le ha nublado el conocimiento me gustaría explicarle un par de cosas. Ya está bien. Para empezar, llevar una empresa como la mía no es sencillo, y cada vez menos. Habrá libre mercado para Amancio, pero a mí me lo ponen cada vez más difícil. Y ahora, si ya tenía bastante con la competencia de esos tres magufos de oriente, que ni son magos ni son nada y encima son tres, tengo que aguantar insolencias públicas constantes de cualquier resentido con Twitter. Que mucho criticar las fiestas, las cenas familiares y el espíritu consumista, pero luego cuando no recibimos lo que queremos, la culpa es del gordo, y por ahí ya no.

Quiero recordarle que en Laponia sufrimos un terrible problema de despoblación y cada vez es más difícil encontrar personal cualificado. Y que sí, que en Navidad, que es cuando más trabajo tenemos, esto se llena de familias con hijos que quieren unas vacaciones mágicas y nosotros, ale, a poner buena cara y a sacarnos fotos aunque estemos agotados, pero luego nadie quiere venir aquí a trabajar el resto del año, y eso que ofrecemos unas condiciones que ni el Zuckerberg ese. Aunque le parezca a usted mentira, señorita, mis elfos están sometidos a una presión infame. Imagínese, ellos cada vez son menos y los regalos que ustedes piden cada vez más sofisticados. Por no mencionar que ya no solo nos tenemos que ocupar de los niños buenos, ahora también los adultos malcriados se creen con derecho a exigir una recompensa. Pues sepa usted que mis elfos, que tienen que sobrellevar estas fechas a base de lexatin porque las cartas se acumulan, no tienen por qué preocuparse también, como usted dice, de sus orgasmos. ¡Esto ya es el colmo del egoísmo!

Lamento que no recibiera su Compi Disco con ocho años. Eso es todo lo que puedo decir. Pero ya es grande y, además, según mi investigación, que debería usted saber que es más concienzuda que la de Google, lleva usted una vida muy poco decorosa hablando todo el día de clímax, orgasmos anales y no sé qué más guarradas sin fuste ninguno. ¿Y se atreve a insultarme a mí?, ¿pero qué ha hecho usted este año a parte de aprender cómo estimular los testículos? ¿cree que eso se merece algún regalo? Un conocimiento, por otra parte, tan básico que me avergüenzan sus ínfulas de sabionda insufrible. Le voy a dar un consejo, a nadie le gustan los quejicas.

Y ya puestos, le voy a contar otra cosa. Desde hace un par de años no damos abasto con la cantidad de peticiones de succionadores de clítoris, vibradores y demás artículos que nada tienen que ver con barbies o balones de fútbol. El mundo está lleno de adultos que quieren responsabilizarme de sus traumas infantiles pero pongo a Rudolf por testigo de que no pienso asumir el compromiso de garantizar la satisfacción sexual de cualquier usmias incapaz de gastar una miseria para conseguirla. Lo que usted necesita, señorita, es un sex shop y no a Papá Noel, así que deje de molestarme y encárguese de sus propios asuntos, que ya es grande.

Atentamente y esperando no volver a tener noticias suyas,

el gordo que puede llegar a ser mucho más cabrón de lo que usted piensa.

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