Shibari: el arte de atar y ser atados

Shibari: el arte de atar y ser atados
Sara Martínez 17/5/2022

Para el controvertido fotógrafo japonés Nobuyoshi Araki atar fuertemente es abrazar, para el escritor y experto en BDSM Josep Lapidario se trata de una “comunicación íntima entre dos personas” y, según explica Master K en su libro The beauty of kinbaku “es la técnica de la atadura segura, sensual, dramática y erótica que está siendo elevada a una forma de arte en Japón”. Si nos ponemos a traducir, shibari sería “atadura” y kinbaku “atadura fuerte”, aunque ambos términos suelen utilizarse indistintamente.

¿Estamos entonces ante una práctica más dentro del bondage? No. Ni esposas ni lazos ni el cinturón de la bata. Cuerdas de origen natural y una habilidad con siglos de historia que aúna principios técnicos y estéticos buscando el placer en el roce, en la sensación de la cuerda sobre la piel y en la belleza de las posturas, los nudos y las formas corporales realzadas por las ataduras.

Antes de empezar, ¿qué es el shibari?

Los antecedentes del shibari se pueden rastrear hasta el hojōjutsu, el arte marcial japonés que se valía de cuerdas para capturar o castigar a los prisioneros y que se desarrolló especialmente a partir del siglo XVI. Siguiendo patrones muy complicados y variando las ataduras según la clase social del detenido y el delito cometido, esta práctica no tenía entonces ningún tipo de connotación erótica, más bien pretendía no solo inmovilizar, sino presionar determinados puntos para infligir dolor o cortar la respiración.

Siglos más tarde y de forma gradual, esta técnica de tortura acabó convirtiéndose en arte erótico, manteniendo la belleza de las ataduras pero cambiando los puntos de dolor por zonas erógenas y seguras. Según cuenta Josep Lapidario en Jot Down, en este cambio tuvo gran influencia el artista Itoh Seiyu, reconocido hoy como el padre del kinbaku moderno. Seiyu representó a su segunda mujer atada de distintas maneras, incluso embarazada y colgada boca abajo en un homenaje a un antiguo ukiyu-e. El shibari llega a occidente a través de ilustraciones y fotografías (recordemos que internet no ha existido siempre), dando lugar a una comunidad que se crea alrededor de publicaciones que ofrecen información sobre las técnicas y ponen en contacto a los interesados en ellas. Surgen así también los ‘nawasaki’ o maestros de la cuerda, grandes expertos que enseñan la técnica.

Para entender mejor de qué se trata el shibari conviene detenerse en las obras de artistas como Kita Reiko o del ya antes citado fotógrafo Nobuyoshi Araki. Para la persona atada, el placer es tanto físico como psicológico. El placer de abandonarte a otra persona voluntariamente, el subidón de adrenalina ante la propia indefensión, la caricia de las cuerdas colocadas estratégicamente sobre tu cuerpo y presionando los lugares exactos, la extrema intimidad que se produce entre el atado y el atador.

¿Es una práctica sexual segura?

Que las raíces del shibari no nos confundan, no se trata de una práctica cruel ni violenta. ¿Es seguro? Debe serlo, por eso hay que tomar ciertas precauciones, no utilizar nunca cuerdas alrededor del cuello y evitar ataduras complicadas o que no sepamos realizar. También hay que huir como de la peste de dudosos maestros que pretenden enseñar shibari sin el más mínimo conocimiento, ponerse en las manos adecuadas es básico para adquirir cualquier tipo de conocimiento, pero en este caso, más.

Aunque contemplar ataduras complicadas y en suspensión (cuando una persona queda literalmente colgada usando exclusivamente las cuerdas) es impresionante, no hace falta llegar a tanto para disfrutar en pareja. Vamos, que si no tienes ni idea, no intentes colgar a tu pareja de la lámpara con la cuerda que compraste ayer en la ferretería. Hay nudos y ataduras sencillas que casi cualquiera puede poner en práctica sin necesidad de complicarse la vida.

¿Qué se necesita para practicarlo?

Ganas, consentimiento por ambas partes y las cuerdas adecuadas. El shibari es una disciplina oriental, pero no hace falta que te pidas una excedencia y te vayas a estudiar el viejo arte de los samuráis. Hay libros, como el ya mencionado The beauty of kinbaku de Master K, que son fantásticos para entender esta práctica, pero hay que recordar que la sexualidad es algo absolutamente personal, y que no es necesario convertirse en un purista y dedicar mil horas de estudio para probar nuevas maneras de experimentar placer y deseo.

Consentimiento, lo principal

Evidentemente, y no solo para practicar Shibari. Sin consentimiento no puedes besar, tocar, tener relaciones sexuales ni, por supuesto, atar a nadie. Las dos partes tienen que querer y que disfrutar de la experiencia. Ten en cuenta también que el consentimiento, a diferencia de ciertos cargos políticos, no es vitalicio. Igual que se da, se puede quitar. Esto quiere decir que si en cualquier momento la persona atada se siente incómoda, molesta, siente dolor o quiere parar por cualquier otro motivo, no hay discusión alguna, la sesión debe finalizar inmediatamente. Y esto nos lleva al siguiente punto.

Comunicación continua

El placer debe ser mutuo y para conseguirlo, la comunicación verbal y no verbal tiene que ser fluida y continua. Esto es imprescindible tanto para saber si la otra persona está disfrutando como para detectar una posible situación de peligro. Siempre es la persona atada la que decide cuál es el límite, hasta dónde se puede llegar.

Las cuerdas

Para practicar shibari se suelen emplear cuerdas de fibras naturales, generalmente yute o cáñamo (aunque en Japón se utilizan la misma palabra para ambos materiales), con una longitud de siete u ocho metros y un diámetro de 6mm. En la elección de las cuerdas influyen aspectos como su peso y su ductilidad. Las fibras naturales no se calientan tanto por la fricción, algo importante para que no se produzcan quemaduras en la piel.

Nuestros consejos para practicar shibari de forma segura

  • Recuerda que es la persona atada la que decide, la que tiene el poder. La comunicación es fundamental para detectar cualquier mínimo riesgo.
  • Empieza por ataduras sencillas.
  • Ten siempre unas tijeras a mano.
  • No pongas cuerdas nunca alrededor del cuello.
  • El roce de la cuerda puede provocar quemazón o irritación, especialmente si los movimientos son muy rápidos o bruscos.
  • La persona atada no debe estar mucho tiempo en una misma posición estática.
  • Hazte con unas cuerdas de calidad.

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