Si digo que soy bisexual, ¿por qué no me crees?

Si digo que soy bisexual, ¿por qué no me crees?
Sara Martínez 22/9/2022

Hace unos años, un periodista de Vogue calificó la relación que la modelo y actriz Cara Delevingne mantenía con una mujer como “algo pasajero”, no solo la relación en sí, claro, sino su preferencia sexual por las mujeres. Ya crecerá la chiquilla. Y ya en el colmo de la condescendencia, el autor del texto la animó a aprender a “confiar en los hombres”. Delevingne tuvo que salir al paso y declarar que su sexualidad no era una fase. “Soy lo que soy”, dijo. Y ya tiene narices tener que explicarlo. Hay escándalos que ni son escándalos ni son nada. Escándalos de revista de corazón y Twitter, acaso. Y no falla. Cada vez que una persona conocida se declara bisexual o simplemente se le conocen parejas de distinto género, una turba escéptica y amante de las categorías cerradas sale a cuestionar la vida sexual ajena. En el caso de las mujeres, Kristen Stewart, Bella Thorne o Angelina Jolie, se considera una fase, un periodo de exploración o de rebelión antes de aterrizar definitivamente en un lado de la balanza. Si, en cambio, hablamos de hombres, como David Bowie o Freddie Mercury, los licenciados en el tema opinan que son simplemente homosexuales que no quieren reconocerlo del todo o tan viciosos que no hacen ascos ni a tronchos ni a berzas.

También resulta curioso lo que hoy se conoce como borrado bisexual. Es el caso del ya mencionado Mercury, a quien se le ha asignado la etiqueta de gay a pesar de que fue un reconocido bisexual, pero también de la poeta Gloria Fuertes o del actor Marlon Brando. Se invisibiliza su verdadera orientación porque no encaja en nuestro esquema mental. Hay que elegir. Incluso se han sucedido los estudios científicos que quieren corroborar o desmentir la bisexualidad, ¿te puedes enamorar de un hombre y de una mujer?, ¿te pueden excitar dos personas de géneros distintos? Y lo verdaderamente importante, ¿por qué y a quién le incomoda?

Inmaduros, indecisos, viciosos, promiscuos… los estereotipos que tienen que combatir las personas bisexuales son numerosos. Para unos es una salida a medias del armario o una fase antes de decantarse por una de las dos opciones que se contemplan como válidas (no confundir con igualmente respetables). También abundan las frases tipo ‘todos somos bisexuales’ o ‘así tienes más donde elegir’, sentencias que ridiculizan o niegan veladamente su existencia.

En el 2016, la asociación Arcópoli lanzó una petición a través de Change.org solicitando a la RAE una definición de bisexual más acorde con la realidad. Hasta entonces, la Real Academia de la Lengua tenía dos acepciones para el término: hermafrodita o persona que alterna prácticas homosexuales con heterosexuales. Ahora, la RAE ya entiende que no es necesario alternar nada para sentirse e identificarse como una persona bisexual y su definición es la siguiente: “Dicho de una persona inclinada sexualmente hacia individuos de uno y otro sexo”.

Para dejarlo un poco más claro, la bisexualidad no es un periodo de transición, no es una moda y no es fruto de un desengaño amoroso. También conviene saber que a una persona bisexual no le tienen por qué atraer hombres y mujeres en la misma proporción, puede haber grados. Y que sí, que haberlos, haylos, que son igual de monógamos o promiscuos que el resto, que establecen relaciones de la misma manera, que no se les pasa cuando crecen o maduran porque ser bisexual no es como tener acné, no terminas escogiendo un lado cuando las hormonas se regulen. Y que no dejas de ser bisexual si así lo sientes, aunque te relaciones únicamente con un solo género. Fácil de entender, ¿no?

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