Travestismo, homosexualidad y prostitución, la vida sexual de los emperadores romanos

Travestismo, homosexualidad y prostitución, la vida sexual de los emperadores romanos
Sara Martínez 22/10/2021

Si creciste con tus padres cambiando rápido de canal cada vez que se intuía sexo en pantalla y Juego de Tronos te pareció un derroche de marranadas, puede que necesites tomar un vino antes de sumergirte en la vida sexual de los emperadores romanos. Porque aquello, amigos, aquello sí que fue un despiporre orgiástico que ni Paquirrín en los buenos tiempos. Aclaremos primero que antes de que se instaurara el cristianismo el imperio era más benévolo con las sexualidades, pero todo tiene un límite.

Así, por ejemplo, los historiadores pasaron de puntillas sobre la vida del emperador Heliogábalo, al que calificaron como “una bestia de lujurias antinaturales”. En realidad, no era mucho más excéntrico en sus gustos que el resto, pero además de ejercer la prostitución, oficiar sacrificios humanos, travestirse y casarse con dos hombres, intentó cambiar de sexo quirúrgicamente, y por ahí ya no, claro. Una cosa es tener como mandamás supremo a un ‘fucker’ que se viste como Paco Clavel y otra que quiera tener vagina.

Vamos ahora con Nerón, que, además de pirómano, mató a su esposa embarazada en un ataque de ira y luego, atormentado dicen, quiso sustituirla por un joven esclavo al que mandó castrar antes de la boda. Y hay más, porque como en la variedad está el gusto el emperador disfrutó del rol pasivo con otro amante esclavo mientras imitaba, cuentan, los gritos de las muchachas al ser desfloradas. Todo bien si no fuera por el asesinato y la mutilación genital.

De Trajano se ha comentado su gusto por los muchachitos imberbes, algo no tan sorprendente si tenemos en cuenta que a las niñas las casaban con doce años, y de Tiberio, que montaba unas fiestas en su palacio de Capri que ni las ‘bunga bunga’ de Berlusconi.

Y como de hipócritas ya estaba el mundo lleno entonces, aunque las relaciones homosexuales eran practicadas por todos, la cosa cambiaba si se tenía sospecha de pasividad. Solo los jóvenes y los esclavos penetraban, jamás un emperador hecho y derecho. Así se mofaron de Julio César, al que según parece, le daban igual tronchos que berzas y ya sabía que el orden de los factores no altera el producto.

Y vamos a terminar con una dama, la emperatriz Mesalina, que ha cargado con fama de ninfómana gracias a unos historiadores muy machos. "Tan pronto como creía que su marido estaba dormido esta prostituta imperial vestía la capa que llevaba por las noches y salía de la casa acompañada de una esclava, puesto que prefería un lecho barato a la cama real", (Puede que la cama real apestara, pero eso no lo comentan). Y no solo era insaciable, la tía, también competitiva. Cuenta Plinio el Viejo que la joven se alzó con el primer puesto en una maratón sexual disputada con una prostituta.

¿Crees ahora que tu vida es un puro aburrimiento? Consuélate, todos murieron jóvenes, y es que quien mucho folla, poco abarca.

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