Hoy es tu día de suerte. El mapa del merodeador nunca miente, y nosotros tenemos el auténtico. Todos los pasadizos secretos, rincones y puntos erógenos del cuerpo masculino se presentarán ante ti si juras solemnemente que tus intenciones son más que buenas. Que no solo del pene vive el placer del hombre ya deberías saberlo. No decimos aquí que no sea un glande bien estimulado fuente de alegría eterna, pero hay otros manantiales de gozo que un buen explorador no dejaría jamás sin examinar. Papel y lápiz, amigos, y al lío.
El pene
“Carior est ipsa mentula” (“Mi pene es más precioso que mi vida”), escribió el poeta romano Marcial. Ante tal afirmación, no podíamos pasarlo por alto. En él reposa el concepto de virilidad, aunque no debería. Con demasiada frecuencia, el pene es el único protagonista de la estimulación masculina, un medio rápido y efectivo de alcanzar el orgasmo, aunque no el único. El glande es la parte del cuerpo del hombre con más terminaciones nerviosas, entre 4.000 y 6.000, y por tanto, la zona más sensible del pene.
Lo mejor a la hora de estimular unos genitales ajenos es preguntar a la otra persona qué y cómo le gusta. Lo que en algunos puede provocar un orgasmo apoteósico puede resultar molesto o desagradable para otros. Ya sea manual u oral, conviene comenzar siempre de forma delicada, sin movimientos bruscos o demasiado rápidos, e ir intensificando el ritmo a medida que la excitación aumenta. Acariciar el frenillo o zona F, justo en la parte inferior del glande, es especialmente placentero, de hecho, hay juguetes que se centran específicamente en esta zona, como el Arcwave Ion.
El escroto
Hablamos ahora de la bolsa que contiene y protege los testículos. Y toda esa piel (¡sorpresa!) es altamente erógena. Hay que evitar, eso sí, roces bruscos, estrujones y torsiones (no se trata de terminar la noche con una bolsa de hielo encima). Utiliza un buen lubricante, los de Pjur son siempre una opción excelente, y hazle cosquillas, dale golpecitos con la yema de los dedos y vete variando la velocidad y la intensidad, fijándote siempre en los gestos de tu pareja.
Recuerda esto. El rafe medio escrotal, es decir, la línea de piel un poquito más oscura que divide el escroto en dos y que continúa avanzando a lo largo del perineo hasta el ano, está repleta de terminaciones nerviosas. ¿Cómo estimular esa zona? Con unos dedos húmedos deslizándose hacia arriba y hacia abajo o con la lengua. Recuerda, además, que las balas vibradoras son ideales para acariciar eficazmente el escroto.
El perineo
Si escuchas o lees algo sobre el punto L masculino, están hablando del perineo, esa zona situada entre el escroto y el ano que resulta especialmente erógena. Lo normal sería tener el perineo en cuenta durante la masturbación manual y también durante el sexo oral, pero es que, además, el perineo esconde un secreto. Como sabrás (y si no ya te lo contamos nosotros ahora), el punto G masculino, llamado punto P, se encuentra en la próstata, y a través del perineo podemos estimularla externamente. Existen además gloriosos juguetes específicamente diseñados para el masaje simultáneo del punto P y el perineo, pero de eso te hablamos a continuación.
El punto G masculino
Hay una regla que pocas veces falla: un gran tabú suele ocultar algo muy bueno, haznos caso. Y eso ha pasado con la estimulación anal durante siglos, asociada de forma errónea a los hombres homosexuales. Porque homosexual, heterosexual o bisexual, todos tenemos un ano, y resulta que el de los hombres esconde, además, una de las zonas más erógenas de su cuerpo. Se conoce como punto P y se lo localiza junto a la próstata, una glándula extremadamente sensible a la que, ¡oh sorpresa!, solo se puede acceder por el ano.
Los estudios constatan que los orgasmos alcanzados a través de la próstata son un 33% más intensos que los logrados con la estimulación del glande del pene (imagina cómo serán si combinas ambas cosas). Para hacer las cosas como dios manda necesitas, primero, un buen lubricante anal, apuesta por alguno específicamente formulado para dicha zona. Puedes hacerlo con la mano, acariciando primero la zona externa y el perineo e introduciendo lentamente uno o dos dedos realizando el gesto de ‘ven aquí’. Pero sin duda, la forma más efectiva es hacerlo con un estimulador prostático, un juguete diseñado para llegar al punto exacto de forma cómoda y masajearlo con diferentes intensidades y ritmos acariciando el perineo al mismo tiempo.
Las orejas
Cuidadito con las orejas, no hay duda de que se trata de una zona erógena, pero no a todo el mundo le gusta que se las toquen o se las laman. Lo mejor, como siempre, es preguntar, pero tampoco está de más fijarte en sus reacciones. A la hora de tocarlas o chuparlas, hazlo suavemente centrándote en el lóbulo y evita, por favor, succionar el oído o meter la lengua dentro. Y ahora llega nuestro consejo, puede que a tu pareja no le agrade que le toquen las orejas, pero sin duda puedes despertar su excitación recurriendo al sentido del oído. Las palabras adecuadas en el tono justo avivan cualquier llama.
El cuello
Un dedo que baja desde la oreja, un mordisco que enmudece un grito, un chupetón que delata el encuentro, el cuello suele responder complaciente a la estimulación adecuada. Utiliza las manos y, especialmente, la boca y la lengua y céntrate en los laterales.
Los muslos internos
Efectivamente, la cara interna de los muslos es una zona altamente erótica de la que solemos olvidarnos para ir directamente a los genitales. Haz la prueba, acaríciate en esa zona y cuéntanos qué sientes. Pues ahora que ya lo sabes usa los dedos y la lengua para recorrer los de tu pareja y hazte con una bala vibradora para incrementar la excitación acercándote a los genitales sin rozarlos.
Las nalgas
No solo se trata de agarrarlas fuertemente durante el sexo (que también), las nalgas son muy sensibles al tacto. Acarícialas suavemente para despertar cada una de sus terminaciones nerviosas, pellízcalas, muérdelas (sin pasarte), apriétalas y, si le parece bien, azótalas con la dulzura que se merezca.
El rasca y gana del placer masculino está en tus manos. Llévate el premio.