Sleep-gasm: todo sobre el orgasmo nocturno

Sleep-gasm: todo sobre el orgasmo nocturno
EroticFeel 21/4/2023

Nunca digas ‘ni en sueños’ cuando de orgasmos se trate. Durante años se creyó que era cosa de críos, chavales en plena pubertad que se despertaban con los calzoncillos mojados por aquellas extrañas poluciones nocturnas. El algodón no engaña, vamos, y ahí había una prueba. Aún hoy encontramos en Google muchísimos artículos del tipo ‘¿Pueden las mujeres tener orgasmos nocturnos?’ Pues sí, claro, todo el mundo puede, aunque algunas personas los tienen tres o cuatro veces al año y otras nunca. Ni trastorno ni disfunción ni problema. No debes sentir culpa alguna por tenerlos ni frustración por lo contrario. “Los sueños no delinquen”, decía Buñuel, pero pueden hacerte llegar al clímax.

¿Qué es el sleep-gasm?

A pesar de la querencia actual por renombrar cualquier cosa con un anglicismo, el sleep-gasm es lo que se ha conocido siempre como ‘sueño húmedo’. Un orgasmo nocturno, un éxtasis alcanzado mientras dormimos que confirma de nuevo que el placer se desencadena en el cerebro y que el poder de la imaginación es ilimitado.

Muy común en los hombres durante la adolescencia, fue Kinsey (científico pionero de la investigación sexual humana) el primero en estudiar el orgasmo nocturno en las mujeres concluyendo que “la masturbación y los sueños sexuales nocturnos con un orgasmo proporcionan la mejor medida de la sexualidad intrínseca de una mujer”. Un 37% de las 5.600 participantes en su muestra (con una edad media de 45 años) afirmó haber tenido algún orgasmo mientras dormía. El mismo porcentaje, de hecho, que obtuvieron otras investigaciones similares años más tarde.

Estos orgasmos nocturnos se presentan durante la fase REM, la fase de movimientos oculares rápidos que representa el 25% del ciclo del sueño. Aquí, la actividad cerebral es muy alta, los músculos se relajan, la respiración se acelera, se manifiestan los sueños más vívidos y se puede experimentar excitación sexual.

¿Quiénes pueden tener un orgasmo durante el sueño?

Cualquier persona de cualquier género, edad y orientación sexual puede alcanzar un orgasmo durante el sueño. No obstante, las investigaciones realizadas hasta el momento sostienen que en las mujeres se producen normalmente en la edad adulta, a partir de los 20 años y con más frecuencia pasados los 45; mientras que en los hombres estos episodios son mucho más recurrentes en la pubertad y adolescencia.

También es cierto que muchas mujeres pueden experimentarlos sin llegar a ser conscientes de ello. No siempre recordamos nuestros sueños al despertar y si, además, no queda evidencia física, como sí ocurre en los hombres, es fácil no saber si lo has vivido o no.

¿Por qué tenemos orgasmos mientras dormimos?

Lo resumió bien el experto en terapia sexual Ian Kerner: “los orgasmos nocturnos son el resultado de la relajación, el aumento del flujo de sangre que llega a los genitales y la posibilidad de experimentar sueños eróticos que activan la excitación sexual”. Estas conclusiones no son conjeturas, llegan, de hecho, tras décadas de investigaciones como las realizadas por el neurocientífico Barry Komisaruk.

En uno de sus muchos estudios, Komisaruk mapeó mediante resonancias magnéticas el cerebro de un grupo de mujeres descubriendo dos cosas importantes. La primera, que cuando pensaban en acariciarse el clítoris o los pezones su córtex sensorial se activaba como si realmente se hubiese producido esa estimulación. La segunda y más sorprendente llegó cuando se centraron en analizar lo que sucedía en la corteza prefrontal, porque esta área se activaba más intensamente cuando la mujeres solo se imaginaban la estimulación sin que de verdad se produjese.

Por otra parte, el aumento del flujo sanguíneo hacia el tejido eréctil y la relajación forman parte de la fase REM del sueño. El cerebro puede interpretar estas señales como parte de la excitación sexual y, en combinación con un sueño erótico, provocar un orgasmo.

¿Cómo se siente un orgasmo nocturno?

Despierto o dormido, la respuesta física ante un orgasmo es exactamente la misma. La tensión sexual se libera, las pupilas se dilatan, el corazón se acelera, se incrementa la frecuencia cardiaca, sube la presión arterial, aumenta la sudoración y la respiración se entrecorta. Placer absoluto. En los sueños eróticos, además, no hay distracciones ni notificaciones de wasap, no hay complejos ni ruidos en el piso de abajo, no hay vergüenzas ni presiones. El entorno, en fin, es fantástico.

“Si es un bueno vivir, todavía es mejor soñar”, decía Dalí (que estaba pirado, vale, pero aquí tenía más razón que un santo). Dulces sueños.

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