La Afrodita de Cnido, realizada en el siglo IV a. C por Praxíteles, se tapa los genitales con una mano mientras la otra sujeta lo que parece una toalla, pero en ningún momento parece sentir pudor por sus pezones desnudos. También, y hasta que las hordas de puritanos que cuidan de la moral pública los cubran con un sujetador o una hoja de parra, podemos contemplar los pezones de la Venus de Milo, de la Sirenita de Copenhague, de la Maja desnuda de Goya o de la Venus de Urbino de Tiziano. ¿A qué viene ahora esta obsesión enfermiza por borrarlos del mapa? ¿Tenemos que avergonzarnos cuando un aire acondicionado a todo trapo hace que un pezón se marque por debajo de la ropa cuando hace 20 años las actrices de Friends los lucían sin pudor alguno en cada capítulo? ¿Nos ha poseído Ned Flanders? Pues te diremos algo, bienaventurado el pezón que lejos de ruborizarse se yerga orgulloso y altivo, porque de él será el reino del placer más intenso.
¿El orgasmo de pezón existe? Todo sobre el ‘boobgasm’
Como dice la sexóloga Valérie Tasso, orgasmo no hay más que uno, lo que no quiere decir que no haya múltiples maneras de alcanzarlo. Biológicamente, los pezones cumplen la función de facilitar el amamantamiento, y en el caso de los masculinos, se forman en el vientre materno antes de que la testosterona entre en escena, de ahí su presencia. Pero es que, además, en ellos se concentran cientos de terminaciones nerviosas volviéndolos una de las zonas más erógenas del cuerpo.
Cualquiera que haya experimentado con su cuerpo se habrá dado cuenta del placer que encierran las caricias en los pechos, las areolas y los pezones. Normalmente, prestarles la atención debida incrementa la excitación y facilita el orgasmo. Pero ¿se puede llegar al orgasmo estimulando únicamente los pezones? Resulta que sí. Según un estudio elaborado por los sexólogos Barry R. Komisaruk y Beverly Whipple y publicado en la revista ‘The Journal of Sexual Medicine’, estimular los pezones activa las mismas áreas del cerebro que la estimulación del clítoris y la vagina. “Aunque la mayor parte de los orgasmos provienen de la estimulación genital, existen evidencias de que la sola estimulación sensorial puede producir orgasmos”, constata la investigación.
Así que ya ven, los pechos y los pezones, especialmente los femeninos, son una fuente de placer inagotable. Y decimos que especialmente los femeninos porque según otra investigación, el 59% de las mujeres reclama la estimulación de los pezones durante los encuentros sexuales frente a un 17,1% de los hombres.
Estimulación manual
Primero se debe tener en cuenta que la sensibilidad de pechos y pezones no solo varía de una mujer a otra, también en la misma mujer dependiendo de factores como el momento del ciclo menstrual en el que se encuentre o de la toma de anticonceptivos orales. Es decir, hay momentos en que la sensibilidad es tan grande que un simple roce molesta. Aquí lo básico es hablar y prestar atención.
Lo más recomendable es empezar acariciando con suavidad el pecho entero sin ir directamente al pezón como si fueses a llamar al timbre. Estimular el pezón sin la excitación previa adecuada puede resultar doloroso, así que nada de prisas (y este consejo sirve para cualquier zona erógena de alta sensibilidad).
Dibuja círculos, haz cosquillas y acércate lentamente a la areola bordeando al pezón y notando cómo se endurece antes de pasar la yema del dedo sobre él. Aquí la intensidad podrá variar según los gustos de cada uno, en momentos de gran excitación muchas mujeres buscan una estimulación más firme y contundente. Lo adecuado es conseguir que la sangre circule aumentando la intensidad de las caricias y complementándolas con otro tipo de estimulación (besos, mordiscos, utilización de juguetes eróticos).
Estimulación oral
Deja los dientes para más adelante y empieza por lamer suavemente los pechos siguiendo el mismo patrón que con las manos, es decir, acércate poco a poco al pezón bordeándolo y centrándote primero en la areola. Aumenta la intensidad poco a poco, lame, chupa, succiona y luego sí, por qué no, mordisquea (dulcemente, por favor), prestando atención a sus reacciones.
Lubricante de sabor, tu gran aliado
Si los pechos de Penélope Cruz en ‘Jamón jamón’ a Bardem le sabían a tortilla de patatas, cebolla y ajo, los lubricantes te ofrecen infinitas posibilidades para que disfrutes de sabores, eso sí, menos contundentes. Hay multitud de lubricantes comestibles que además, potenciarán las sensaciones de placer y facilitarán el deslizamiento para unas caricias más húmedas. ¿Una recomendación? El gel Slow Sex Nipple Play de Bijoux Indiscrets con efecto frío y sabor a coco es nuestro preferido.
Utiliza juguetes sexuales
Siempre son una ayuda, especialmente para aventureros que quieren alcanzar cotas más altas de placer. El único secreto es combinar diferentes estimulaciones, acaricia, besa, lame, y por qué no, ármate con las mejores herramientas para que la sesión acabe en un brutal orgasmo.
Plumas eróticas: perfectas para un excitante masaje
Hay quien prefiere las pinzas para pezones, pero si quieres empezar por algo más suave y menos doloroso, las plumas eróticas son una opción fantástica. Delicadas y sugerentes, despertarán tu piel en cada roce volviéndola más receptiva. Dibuja círculos, recorre cada centímetro, desadormece las cosquillas iniciando un delicioso y provocador juego erótico que culminará en el nirvana. Eso sí, dedícale el tiempo suficiente, tanto como necesite hasta que te pida más, más intensidad, más potencia, más placer. Y entonces sí, pasa al siguiente nivel.
Balas vibradoras: dosis extra de placer
Y aquí tenemos la joya de la corona, un pequeño, preciso y potente juguete tan versátil que sirve prácticamente para todo. ¿Nunca se te había ocurrido utilizar esa bala vibradora que guardas en el cajón para estimular los pechos y los pezones? Aplica un poco de lubricante con las manos mediante un suave masaje y empieza por la intensidad más baja rodeando el pezón sin posarte directamente sobre él. Paciencia. La excitación irá en aumento. Incrementa la potencia según su cuerpo lo pida y acaricia el pezón con la punta de la bala vibradora. Para un poco. Retoma la estimulación oral y las caricias. Toca, agarra, aprieta (sin pasarte), besa, succiona, y enciende otra vez la bala.
Recuerda que el orgasmo al que se llega a través de este tipo de estimulación no es rápido, no es para un ‘aquí te pillo aquí te mato’ a la hora de comer, es para disfrutar con calma, saboreándolo. Y sí, merece la pena.