Ni chichi, ni chumino, ni pepitilla; vulva, hay que decirlo más

Ni chichi, ni chumino, ni pepitilla; vulva, hay que decirlo más

Nada de chichi, chirri, chumino, peseta, pepitilla, concha, almeja, o ‘to lo negro’ (si tiene nombres mil el miembro viril, los genitales femeninos, aun sin temazo de por medio, no se quedan atrás). Vulva. No solo hay que decirlo más, también hay que conocerla más a fondo y tener en cuenta que no hay dos iguales. Empecemos a hablar con propiedad y superemos de una vez tabúes sin sentido, lo que no se nombra no existe y la vulva es designada demasiadas veces mediante apelativos que solo harían gracia a los seguidores de Pajares y Esteso. Porque, vamos a ver, ¿qué es eso de ‘monedero’, ‘atrapa hombres’, ‘hachazo’ o ‘culo de adelante’? Pero empecemos por el principio, ¿qué es la vulva y qué es la vagina?

Quizá a ti te parezca obvia la respuesta, fenomenal, pero lo cierto es que muchas veces hablamos de vagina cuando realmente nos referimos a la vulva. Para aclararnos, vulva es todo lo que vemos de los genitales externos femeninos incluida la entrada de la vagina. Es decir, la vulva integra el monte de venus, los labios mayores y menores, las glándulas vestibulares, el orificio de la uretra, el clítoris y el inicio de la vagina. La vagina es, en cambio, un órgano interno, el conducto que va del útero al exterior del cuerpo, por el que se menstrúa y por el que se introduce el pene durante las relaciones sexuales.

Aclarado esto, una búsqueda rápida en internet nos arroja decenas de resultados del tipo “los cinco tipos de vaginas”, “los siete tipos de vaginas” o “lo ocho tipos de vaginas”. No tenemos claro, pues, si hay cinco, ocho o veinticinco tipos de vagina, algunas con nombres tan peculiares como ‘bata de cola’, ‘buñuelo’, ‘mariposa’ o ‘llama olímpica’. Eso es creatividad, desde luego. Lo que sí podemos sostener es que, igual que no hay dos caras iguales, aunque todas tengan ojos, nariz y boca, tampoco hay dos vulvas iguales. Varía el tamaño del clítoris y el de los labios, la forma, la textura, el color, el tono muscular… Y según explicaba la sexóloga Sonia Encinas a El País, “los propios genitales cambian constantemente porque hace frío o calor, según la fase del ciclo menstrual, la ropa que llevemos, si estamos excitadas o acabamos de tener un orgasmo, en función de la alimentación, de la edad".

Entonces, ¿hay una vulva perfecta?

Una vez más, y sin ánimo de atacar a nadie, tenemos que repetir que el porno es solamente entretenimiento y no una fuente de educación sexual. Tampoco debería ser referencia de nada ni imagen en la que mirarnos. ¿Piensas que todos los arqueólogos son poco menos que atractivos superhéroes que van por la vida con sombrero y látigo? ¿Crees que un día te va a llegar una carta informándote de tu inminente ingreso en Hogwarts? Esperamos que no, porque te vas a llevar un par de chascos.

El caso es que la visión estereotipada de la vulva que muestra la pornografía ha provocado el incremento (y en algunos casos la aparición) de operaciones como la labioplastia, la clitoroplastia, el 'vontouring' (embellecimiento de los genitales externos) o la cirugía de rejuvenecimiento vaginal. Miles de mujeres se manifiestan acomplejadas por lo que consideran unos labios muy grandes o muy abiertos, un clítoris muy expuesto u otras razones similares.

Hay estudios que han puesto de manifiesto que en el cine X se retocan las imágenes digitalmente para retratar los genitales de las mujeres sin la protuberancia de los labios menores. Repetimos, no hay dos vulvas iguales, la forma y el tamaño de la vulva no guardan relación con la capacidad de placer, y la que ves en la pantalla no es más normal ni más deseable que cualquier otra. Mímala y recuerda, nada de ‘potorro’, ‘felpudo’ o ‘sacapuntas’; vulva, hay que decirlo más.

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