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Todos tenemos alguno en la memoria. Ese que se te ha venido a la mente al leer el titular. El beso es un examen del otro. Lo olfateamos y lo degustamos. Y no, los besos románticos no son universales, pero nosotros solo con uno podemos engancharnos o salir pitando.

Acariciar con diferentes intensidades y patrones de movimiento las principales zonas erógenas no te quita la triquinosis pero te sube la bilirrubina. Orgasmos, fáciles y al alcance de todos, amigos. Y tan buenos son los vibradores en esto, que desde los años 50 la industria no ha parado de crecer e innovar dando lugar a infinidad de clases distintas. ¿Cómo usarlos? Atento.

¿Te cuesta entablar conversación?, ¿te has tenido que inventar una pareja imaginaria porque ligas menos que Abascal en un comité del Partido Comunista? Hemos decidido hacer acopio de los mejores consejos y técnicas para seducir a troche y moche basándonos en nuestra única experiencia, la televisión.

Desde que algún avispado pensó que si cortar por lo sano funcionaba con el ternero por qué no habría de servir para crear una casta de siervos leales e incorruptibles (curioso pensar que todo lo malo de los hombres se almacena en sus testículos), los eunucos se han movido a lo largo de la historia entre la marginación y los privilegios. Pero, ¿siguen existiendo en nuestros días?

Si el orgasmo es la meta, y para qué engañarnos, lo es, ¿a qué viene tanta prisa?, ¿para volver al trabajo?, ¿para seguir viendo esa serie de Netflix? Alarga las fantásticas sensaciones que lo preceden y recréate en esa excitación, prolóngala en el tiempo y disfruta más plenamente del sexo. Te contamos cómo.

‘A ellos les cuesta menos’, ‘nosotras necesitamos más tiempo’, ‘no siempre se llega’… paparruchas. Distracciones, culpas, vergüenzas, miedos y no conocer los suficiente nuestro placer y nuestro cuerpo, esas son las verdaderas razones de perder el tiempo recreando ‘Cuando Harry encontró a Sally’ en lugar de estar encadenando espasmos frenéticos, pequeñas muertes que te hacen sentir muy viva. Sí, en plural, orgasmos, muchos, todos los que tu cuerpo aguante.

La flagelación erótica no es nada nuevo. No hay vocación punitiva, no es un castigo real ni hay violencia alguna en el acto. No es machista. Es desnudez, acaloramiento, indefensión voluntaria, adrenalina. El cuerpo produce endorfinas, el placer se desboca.

Mal entendido y estigmatizado, el beso negro despierta tanto interés como rechazo. Sin embargo, no debería haber ninguna parte del cuerpo prohibida, ninguna zona susceptible de no ser besada. Repleto de terminaciones nerviosas, el ano tiene un inmenso potencial para darnos placer y nosotros te explicamos cómo.

Masturbadores manuales, con vibración, compatibles con aplicaciones móviles para controlarlos a distancia... lo único cierto es que privarse de estas joyas específicamente diseñadas para el placer significa renunciar a una serie de deleites imposibles de conseguir de otro modo. Te explicamos cómo funcionan.

Continuar con la idea de que el hombre hombre es el penetrador impenetrable no te convierte en el macho alfa de ninguna manada, solo te priva de oleadas de placer indescriptible. Más intensos y poderosos, los orgasmos inducidos por la estimulación de la próstata provocan sacudidas en todo el cuerpo, desde las piernas hasta el tórax. Por no mencionar que son tu única oportunidad de experimentar el multiorgasmo.